5 junio, 2018

¿Creéis que una persona puede aprender sin esfuerzo? El esfuerzo prolongado genera huellas en el cerebro y eso hace que aprendamos a aprender.

Una práctica importante que ayuda a que las personas aprendan, es la reflexión y la toma de conciencia de cómo cada uno/a de nosotros/as aprendemos. Cada estudiante tiene su propio proceso de aprendizaje, y son los/as docentes quienes tienen que ayudarles a descubrir cómo lo hacen.

La misión de la escuela, o de los docentes no debe consistir solo en que aprendan, si no que sepan qué aprenden, por qué tienen que aprenderlo y para qué les va a servir lo que van a aprender.

Ocurre a veces que el alumnado se siente en una competición en la que gana quien más rápidamente memorice unas líneas y mejor reproduzca esas líneas en un papel. Algunos/as de esos/as alumnos/as quizás no lleguen nunca a reproducir esas líneas de forma idéntica, pues no podrán aprender a memorizarlo, no interiorizarán ese contenido, y por tanto no sabrán reproducirlo.

Cada persona tiene que hacer el ejercicio de conocer cuáles son sus capacidades (intelectuales, emocionales y físicas) y saber hasta donde podría llegar. Sabiendo esto, podemos esforzarnos por conseguir metas más grandes, teniendo confianza en nosotros/as mismos/as y automotivándonos, porque ¿por qué no voy a ser yo capaz de saltar el potro si consigo saltar alto? ¿por qué creo que no voy a superar el examen de historia si me apasiona el Señor de los anillos y conozco a todos los personajes? Por supuesto que puedo. Si hasta ahora no lo he conseguido, quizás sea porque he enfocado mal el camino para conseguirlo, ¿qué tal si cambio el método?

Para conseguir que el alumnado aprenda es muy importante que les transmitamos confianza, estimulándolos y motivándolos. Para ello, es importante que se planteen metas realistas a corto, medio y largo plazo. Y también que encontremos el momento oportuno para hacerlo. Una persona será capaz de aprender mejor si presta atención, consigue concentrarse, ejercita la memoria, consigue comprender, sabe expresarlo y además, está motivado/a.

Conforme van superando esas metas, aumentan la confianza en ellos/as mismos/as y aprenden cuál es el proceso más eficaz por el que consiguen desarrollar diferentes capacidades.

No podemos olvidar, que debemos ayudarnos de algunas estrategias o técnicas, que si se usan de forma correcta, facilitarán el aprendizaje (algunos/as usarán la observación y el registro de hechos, otros/as necesitarán trabajar en equipo para aprender de sus iguales, e incluso muchos/as preferirán estrategias de resolución de problemas), por tanto cada persona vivirá un reto diferente a la hora de aprender, y aunque todos/as ellos consigan aprender “lo mismo”, cada persona llegará por un camino distinto, a una velocidad diferente y en el camino habrá sentido sensaciones dispares.

Pero si hay algo que debemos promover, y que no solo al alumnado, sino a todas las personas nos mueve, es la curiosidad. Lo desconocido nos llama la atención. El averiguar cómo funciona esto o aquello nos empuja a buscar información acerca de cómo hacerlo. Saber qué pasará si muevo esta palanca hacia la izquierda, hará que probemos y aprendamos la forma correcta de usarlo.

Una mente viva es aquella que no deja nunca de hacerse preguntas. Y una mente viva y fresca, es aquella que después de hacérselas, busca y contrasta información para conocer la respuesta.

Qué familiar no nos habrá dicho alguna vez A la cama no te irás sin saber una cosa más  y que así sea, cada día de nuestra vida.

 

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