9 febrero, 2014

Aunque se ha convertido en un movimiento importante, todavía hay muchos docentes que no han visto ninguna experiencia de aprendizaje-servicio. Podríamos definir este tipo de iniciativas como dinámicas para que los estudiantes construyan su aprendizaje, mientras realizan una aportación a la sociedad. La idea que subyace es encontrar un equilibrio entre la adquisición de conocimiento y la formación ética de las personas. Al darle importancia a estas cuestiones, estaremos educando a estudiantes capaces de entender la necesidad de intervenir en la mejora de la sociedad, pero también, y este punto es fundamental, en la importancia del aprendizaje como herramienta de cambio.

Cada uno de nosotros tiene una mayor o menor posibilidad de intervenir en el mundo que nos rodea, pero lo que marca la diferencia es la voluntad y la imaginación. Un estudiante motivado, que esté acostumbrado a pensar, a plantearse las cosas, y a buscar soluciones nuevas a los viejos problemas, tiene mucho que aportar a la sociedad. Y nosotros, los docentes, en las escuelas y los institutos, vemos diariamente como son precisamente estos alumnos y alumnas los que más voluntad e imaginación tienen. No podemos dejar que se desvanezcan las posibilidades de cambio que cada individuo representa. Y esto se tiene que hacer en las escuelas y en los institutos: los alumnos y alumnas deben comprobar que son capaces de poner en marcha proyectos, que pueden llevarlos a cabo hasta el final y que tienen la posibilidad de conseguir en la realidad los cambios que sueñan. Ésta es, quizá, una de las más importantes lecciones que podemos enseñarles.
Creo que por encima de la labor que muchas dinámicas de aprendizaje-servicio han llegado a conseguir, lo mas importante es, como estaba comentando, ese trabajo social indirecto, el que se realiza con el alumnado que pone en marcha cada propuesta y empieza a creer en sus propias capacidades.Cómo se construye el aprendizaje.

Una de las cuestiones que más dudas provoca en este tipo de dinámicas es la construcción del aprendizaje. Es evidente que trabajar en diferentes áreas, dentro de un mismo proyecto, hace necesaria una buena coordinación entre los docentes y una capacidad de organización notable. No se trata únicamente de poner en marcha una idea, sino de lograr que los estudiantes aprendan con ella. Ese aprendizaje no puede ser solamente ético, debemos lograr que nuestros alumnos y alumnas mejoren en todos los ámbitos curriculares. Por eso, cuando planteamos una propuesta, es absolutamente necesario que aglutinemos iniciativas capaces de provocar un avance significativo en las diferentes áreas. Aunque inicialmente parece complicado, se puede llevar a cabo gestionando adecuadamente los contenidos.
Cualquier iniciativa de una mínima envergadura va a necesitar una contabilidad, así como una presentación de resultados. Al hacerlo, podemos trabajar las operaciones, las fracciones, las ecuaciones para calcular porcentajes y cantidades… Todo proyecto necesita también una labor de comunicación, y aquí podemos trabajar la escritura creativa, la expresión verbal, la comunicación visual, las presentaciones, los mapas conceptuales… Además, debemos tener en cuenta el conocimiento que la propia naturaleza del proyecto pueda generar. Hay interesantes propuestas que han permitido a sus estudiantes adquirir amplios contenidos sobre ciencias naturales y ciencias sociales, que en la mayor parte de las ocasiones se aprenden, además, de una forma práctica.

El aprendizaje convertido en motor del cambio.

Parece un tópico decir que el aprendizaje puede cambiar la sociedad, porque todos sabemos lo cierta que es esta afirmación. Pero creo que deberíamos tomar consciencia, de que no sólo son los resultados del aprendizaje los que nos permiten mejorar la sociedad. Como en tantas otras cuestiones de la vida, el proceso puede ser más interesante que el resultado, y cuando hablamos de aprendizaje-servicio, resulta evidente que el trabajo realizado con los estudiantes, además de tener una incidencia social, conlleva una enseñanza fundamental para todos ellos. Una enseñanza que cambia su forma de pensar, que les hace creer en sí mismos y en sus capacidades. Si los alumnos y alumnas de cualquier instituto, después de poner en marcha una propuesta, son capaces de darse cuenta de que, cuánto más aprendan, más posibilidades tendrán de conseguir sus objetivos, ampliaremos su voluntad de formarse, la funcionalidad de su aprendizaje y su respeto por el mismo. No hay nada mejor para valorar el conocimiento que ver los resultados de su aplicación. Y gracias a este tipo de proyectos los estudiantes pueden percibir, de forma clara, como mejora su efectividad cuando aplican lo que están aprendiendo. Si creemos que la educación es una herramienta para conseguir un mundo mejor, deberíamos fijarnos en estas propuestas. Hay profesores y profesoras que cada día transforman el mundo al ayudar a creer en sí mismos a una treintena de alumnos, al enseñarles que la sociedad cambia si los individuos cambian. Al enseñarles que pueden hacer grandes cosas, si son capaces de aplicar sus conocimientos para mejorar el mundo que les rodea.