3 noviembre, 2013

Hoy, más que nunca, las comunidades humanas dependen de una diversidad de talentos, y no de una única idea de capacidad. Ken Robinson.

 

Nuestras clases están llenas de preguntas, de respuestas, de pasión. Cada vez que empezamos a trabajar con los estudiantes, nos damos cuenta de la gran cantidad de energía que habita sus mentes, y de lo difícil que resulta, en muchas ocasiones, lograr dirigir todo ese potencial de forma adecuada. 

El esfuerzo que hacemos los docentes por mejorar su autocontrol, su disciplina, y por aprovechar la frescura de sus intervenciones, puede resultar agotador. Por eso es tan importante disponer de una serie de herramientas que nos permitan trabajar de una forma plenamente estructurada. El truco, como casi siempre, consiste en mantener una adecauada planificación entre todos los profesores, seguir criterios similares para potenciar la creatividad y mantener un clima de convivencia que propicie una participación ordenada.

Las emociones que se dan en el aula están siempre interelacionadas con el mundo de capacidades, sueños y miedos que viven nuestros estudiantes. El resultado de este complejo tejido interior está en constante cambio, y representa, en muchas ocasiones, un reto para los adultos. Sin emabargo, dentro de una clase, resulta posible aislar determinadas actitudes y fomentar otras mediante la ordenación de algunas cuestiones.

A través de procesos de motivación, es posible encontrar los intereses del alumnado y tomarlos como puntos de partida para el trabajo en el aula. Estas emociones, cuando se convierten en algo que les identifica, es decir, cuando se transforman en gustos personales, pueden ser poderosas herramientas de cambio. Al presentarlas, no sólo estaremos consiguiendo que se conviertan en elementos identificadores de cada individuo, sino también en formas de expresión personal con el resto de los estudiantes.

La mayoría de nuestros alumnos, cuando comienzan la Educación Secundaria, están inmersos en un proceso de búsqueda personal y de exploración de los límites. Hacer de su búsqueda una identidad, y de sus gustos una forma de reflejar su propio espacio, es una forma realmente interesante para trabajar con personas que se sienten respetadas dentro de sus propias personalidades. Obviamente cambiarán muchas veces a los largo de los años, y su identidad, así como sus gustos y deseos, estará en constante evolución; pero esa percepción de respeto, y la sensación de estar siendo motivados a través de sus propias decisiones, hace que sea mucho más fácil ganarse la atención del alumnado. Señalaba Ken Robinson que algunos de los sitemas educativos más creativos del mundo, se basan en la idea de que la capacidad humana es diversa, dinámica y distintiva, y que nuestras estrategias para abordar la desafección y la marginación deben ser igualmente complejas.

Si seguimos esta idea, nos daremos cuenta de que, al trabajar con estudiantes, debemos resolver los problemas y motivar a cada uno de forma totalmente individualizada. Evidentemente, el tiempo reducido del que diponemos y las pocas posibilidades, dentro de las tutorías, de hablar de estas cuestiones, nos limitarán; pero es posible obtener bueno resultados cuando establecemos una dinámica que, de forma continuada, tiene en cuenta la incipiente diversidad de los talentos de nuestros estudiantes. Baste poner como ejemplo la gran cantidad de proyectos que hay sobre integración de alumnado de etnia gitana a través de propuestas musicales o a través de la danza; también podemos encontrar numerosos proyectos de motivación a través del cine, la radio o la expresión plástica. Utilizando metodologías concretas del instituto, podemos tener  herramientas que nos permitan fomentar el talento personal, el trabajo coletivo y la motivación general con respecto al estudio.

Cada día los profesores, de forma individual, tenemos más dificil dar una respuesta adecuada a la diversidad de nuestro alumnado. Sin embargo, de manera conjunta, es más fácil hacerlo, y, además, mucho más efectivo. Por esa razón, resulta necesario poner en marcha dinámicas de centro, que nos permitan hacer avanzar a todos de forma coordinada. Es cierto que tenemos muchos problemas, que las áreas son muy diferentes, pero también es cierto que podemos marcar destinos para remar en la misma dirección. Hay muchos centros que ya lo están haciendo. Han puesto en marcha un proyecto, se lo han explicado a todos los docentes y ahora tienen herramientas para atender de forma individual los talentos del alumnado. Herramientas para despertar su imaginación. Y con esas herramientas han mejorado mucho la realidad de sus centros.

 

Nuestros estudiantes tienen una gran cantidad de destrezas, y poseen también una gran necesidad de expresión. Darles la posibilidad de descubrirse a sí mismos, en su propia creación, no sólo mejorará la conviviencia en nuestras aulas, sino que además motivará su responsabilidad, irá definiendo su identidad y enriquecerá su relación con los otros.