23 febrero, 2014

La implicación de las familias en los centros resulta fundamental para el aprendizaje de los estudiantes. En numerosas ocasiones, cuando existe una buena coordinación con el profesorado, muchos de los problemas, tanto curriculares como de comportamiento, tienen una solución rápida y efectiva. No debemos olvidarnos de que el mayor peso en la educación de los niños y niñas corresponde a la familia, y algunas cuestiones, como las relacionadas con la convivencia y los hábitos de estudio, dependen del trabajo previo que se ha realizado en casa.

Es muy difícil plantear en la adolescencia dinámicas con las que no se ha trabajado en la Educación Primaria. También es difícil mejorar el comportamiento de un estudiante cuando ha perdido el respeto por la figura del adulto. En este ámbito, el esfuerzo diario de los padres y madres es fundamental, no sólo respaldando al profesorado, sino intentando mantener en casa unos adecuados hábitos de trabajo. En muchas ocasiones, se trata de un problema de actitud. Los estudiantes tienen en los adultos sus figuras más importantes de referencia, pero no basta con dar ejemplo de vez en cuando, con marcar unas normas que nosotros mismos nos saltamos, ni con pedir a los niños y niñas que desarrollen unos hábitos que no observan en sus padres y madres. Para que la implicación sea efectiva debe ser natural. De la misma forma que unos adultos que lean en casa tendrán más posibilidades de que sus hijos disfruten con la lectura, también si los estudiantes ven una cierta organización del tiempo y una estructuración de los espacios de ocio, será mucho más sencillo explicarles que, esa misma organización, es la que deben tener en su vida diaria.

 

Escuelas de padres.

Existe una gran cantidad de modelos de escuela de padres. Algunas diferencias están relacionadas con el formato, ya que, en muchas ocasiones, las familias no tienen tiempo para asistir a las sesiones que organizan los centros. Esta es la razón de que los colegios e institutos dejen de organizar jornadas que juzgaban muy interesantes y también de que, en muchos lugares, se comience a apostar por Internet como el vehículo más adecuado para dar a las familias la información que necesitan. El problema fundamental de este modelo es que no siempre es posible una interacción. En muchas ocasiones, el hecho de no poder preguntar las dudas personales que tenemos, hace que una charla en vídeo pierda mucha efectividad con respecto a una actividad presencial. Algunos centros y gabinetes de orientación han optado por poner en marcha un modelo híbrido, en el que realizan coloquios presenciales que luego publican en vídeo. De esta forma, ofrecen a las familias la posibilidad de interactuar, siempre que puedan asistir. Los que no tengan la oportunidad de hacerlo, al menos podrán escuchar lo que se dijo en la sesión cuando vean el vídeo.

Otras escuelas de padres están un poco más organizadas con respecto a sus intervenciones, y ofrecen una cierta interacción a través de Internet. Esto se puede llevar a cabo de diversas maneras, pero solamente en dos tiempos: en directo o en diferido. Lo digo porque la limitación no siempre es temporal, y si tenemos un instituto o un colegio grande, nos encontraremos a muchas familias que, por el lugar donde viven, les resultaría difícil acercarse al centro, pero pueden ver la charla en tiempo real por Internet. Esto tiene una ventaja fundamental, ya que consigue abrir cauces a la interacción directa. Es muy fácil habilitar un canal de comunicación para los padres y madres a través de un chat o de twitter. De esta forma, las familias que quieran participar a través de Internet, tendrán la posibilidad de hacerlo.

También es posible realizar esa interacción a posteriori. Es decir, poner un vídeo para que se pueda ver en cualquier momento, y abrir la participación otro día para realizar preguntas que serán contestadas posteriormente mediante un chat o mediante email. De esta forma, se estaría ofreciendo la posibilidad de interactuar, aunque no fuera en tiempo real en el momento de la charla.

Es cierto que poner en marcha una actividad de estas características es un reto, porque exige una fuerte implicación, tanto de las familias como del profesorado. El hecho, sin embargo, de que existan varios centros creando propuestas de este tipo, a pesar de ser costosas y complicadas, pone de relieve la importancia que, tanto los colegios como las familias, le damos a la comunicación y a la formación para trabajar con los estudiantes.

Creo que todos tenemos clara la necesidad de establecer unos cauces, cada vez más cercanos, entre los centros educativos y las familias. Y de la misma forma que los profesores y maestros tienen una fuerte formación pedagógica, los padres y madres que quieren implicarse en la educación de sus hijos también necesitan una orientación con respecto a la mejor forma de afrontar su etapa escolar.

Quizá una de las estrategias más útiles para renovar la convivencia y avanzar en los resultados educativos, sea aunar esfuerzos con las familias. Por esa razón, es tan importante cuidar las escuelas de padres, porque la repercusión que tienen en la vida cotidiana de los estudiantes puede marcar el desarrollo de su futuro.