Ya tenemos aquí el otoño, y con él la vuelta al cole. Las aulas se vuelven a llenar de alumnos y profesores que afrontan un nuevo curso. Bien, se llenan casi todas aulas, algunas, como las de nuestros vecinos de las Islas Baleares han permanecido vacías durante estas primeras semanas a causa, una vez más, de leyes educativas impuestas sin criterios educativos. Desde aquí todo nuestro apoyo.
Es precisamente en este contexto en el que me gustaría enmarcar este primer artículo de la temporada. Este curso vuelvo a impartir la materia de Educación para la Ciudadanía en tercero de la ESO, una materia que hacía unos años que no impartía y de la que más que nunca me he visto obligada a adaptar el temario. Si bien es cierto que es una materia que muy probablemente tiene los días contados, en mi opinión es de suma importancia para educar a futuros ciudadanos de una sociedad cada vez más compleja.
Como comentaba mi compañero Ángel en su artículo, los alumnos oyen de boca de sus mayores, nuevas palabras de las que no acaban de entender el significado: “indignados, acampada, scraches, dación en pago, prima de riesgo, deuda soberana, rating, recesión…”. Si uno de nuestros objetivos como docentes es formar futuros ciudadanos críticos con la realidad que les rodea y miembros activos de una sociedad, debemos tener un espacio en las aulas donde tratar con calma todos estos aspectos. Claro está que la referencia a la sociedad actual se puede, o se debe hacer, desde todas las materias, pero no nos engañemos, los apretados currículos a menudo hacen que dispongamos de poco tiempo para ello.
Es fundamental que nuestros jóvenes se sientan capaces de cambiar aquellos aspectos de la sociedad en la que viven, que no les parezcan justos y para ello deben estar informados de cuál es esa realidad. Deben desarrollar habilidades que les permitan tomar decisiones cuando llegue el momento de afrontarse a una sociedad cambiante, que les reclama su implicación.
Conceptos como democracia, participación ciudadana, bien común… deben adquirir algún significado coherente para nuestros futuros ciudadanos en esta sociedad cada vez… menos coherente.
Ahí queda la reflexión, para quien le apetezca tenerla en cuenta.
Nos vemos en el próximo post.