Un sábado por la tarde un grupo de chicos y chicas se reúne en el lugar habitual. Sin excepción, están impactados e impactadas, pues los acontecimientos ocurridos en cierto lugar del planeta son sobrecogedores y todas las televisiones y medios se han hecho eco: guerras, hambre, muerte, infancia desprotegida,…

No tardan en surgir diferentes valoraciones sobre lo que sucede. Una parte del grupo comparte la alarma, pero piensa que cosas como ésta siempre han ocurrido y siempre ocurrirán. El otro sector opina que, aunque no se pueda evitar todo lo que sucede, sí que se pueden aportar soluciones. La discusión se centra en el granito de arena durante un rato, en su utilidad o ineficacia. No tienen claro cuáles son las causas por las que las desgracias, las dificultades y los problemas diseminados por el planeta son tan frecuentes e intensos. Lo que sí saben es que el dinero anda, sin duda, por detrás de todo eso y que ellos y ellas, sólo por haber nacido aquí, se han librado de una vida dura y difícil.

A partir de ahí la conversación se centra en problemas más cercanos, en situaciones que son poco deseables y que están al lado de su casa. La conclusión a una larga lista de males que comienza en el alcohol y acaba en la inmigración, pasando por la contaminación o los malos tratos es, por desgracia, que no se puede hacer nada. Antes de dar por concluida la conversación una de las chicas dice: «Desde luego, si pensamos que nada se puede hacer, seguro que no haremos nada».

¿Qué significa, para ti, querer cambiar el mundo?

¿Tienen los y las jóvenes poder para hacerlo, o eso es cosa del mundo adulto?

¿Es necesario tomar postura respecto a lo que pasa en nuestro mundo?

¿Cuáles van a ser las luchas sociales del futuro, según tu opinión?

¿Piensas que la gente joven participa activamente en el cambio social?

¿Están de moda la solidaridad y la cooperación?

¿Qué papel juegan las tecnologías, una herramienta que la nueva generación controla y mucho, en esta actividad prosocial de la que hablamos?

¿Qué podemos trabajar con este audiovisual?

Las personas, nos guste o no, vivimos insertas en una comunidad. Un pueblo, una familia, un barrio, una ciudad o cualquiera de las formas de organización humana son componentes de un gran grupo que conforma la comunidad. Las comunidades ocupan un territorio concreto, tienen unas normas de relación y convivencia, sostienen unos valores propios y se estructuran de unas formas determinadas. Por supuesto, la comunidad trae beneficios, pero también en muchas ocasiones conflictos que hay que gestionar.

Deseándolo o no, los grupos que forman las comunidades (edades, clases sociales, profesionales, sexos, ideologías) se relacionan entre sí a través del poder, de la economía, de la política, del reparto del espacio y otros elementos. Cuando participamos en una comunidad, la modificamos al relacionarnos con la realidad en la que ese grupo se desenvuelve. Participar es, como mínimo, existir dentro de la comunidad. A partir de ahí cada persona o grupo elige el nivel de participación que quiere alcanzar.

¿Podéis elaborar una lista de formas de participar en la comunidad de personas o grupos que conozcáis?

¿Participas tú activamente de alguna de estas maneras?

¿Te parece importante participar de la comunidad en la que uno vive?

Aprovechemos que como grupo e individuos formáis parte de la comunidad educativa de vuestro centro para crear, a pequeña escala, un proyecto de participación social. Proponemos que, como grupo, se tomen unos minutos para:

  • Identificar una necesidad que su centro educativo tenga (p.e. una rampa para suplir un pequeño desnivel hacia el ascensor que facilite su acceso para personas discapacitadas, o la participación en un programa de recogida de tapones para un alumno o alumna con una enfermedad rara).
  • Establecer de qué formas y mediante qué acciones podría conseguirse abordar el problema y proponer soluciones. (La idea sería, incluso, que si se propone una acción viable, la pudieran poner en marcha realmente y no se quede solo en una actividad sobre el papel).
  • Escoger alguna solución que pudiera ponerse en marcha activamente (también por medios tecnológicos, p.e. poniendo en marcha una pequeña campaña de crowdfunding en la que las personas del centro y sus familias pudieran participar para materializar el proyecto).
  • Intentar visualizar cómo sería la realidad después de haber podido influir en ella, llegando a conclusiones sobre el proceso y sobre todo, considerando si como jóvenes tienen o no poder e influencia alguna sobre su entorno.

En general, hay personas que participan mucho y de múltiples maneras y, sin embargo, otras prefieren no participar (aunque esa actitud sea también, en sí misma, una forma de participar).

Las personas no pueden estar al margen del entorno social, cultural y físico en el que viven. Es necesario mantener algún tipo de relación con él. No podemos vivir de espaldas a lo que nos rodea y, en muchos casos, la relación con la realidad es de control. Todo el mundo siente interés por controlar lo que pasa a su alrededor y modificarlo, y a veces, pueden producirse excesos, abusos, desigualdades, que motivan a un grupo a intentar recuperar el equilibrio, a participar activamente por un cambio.

Hay diferentes formas en las que en nuestra sociedad se plantea esta lucha por la «participación». Cuando unas pocas personas acumulan y monopolizan muchas parcelas de la realidad, entonces «no hay para tod@s». Y, a partir de ahí, se crean nuevas formas de participación, nuevos espacios y pedazos de realidad.

Cada grupo establece sus formas de participación (los parados, la tercera edad, las mujeres, etc.). La nueva generación de gente joven elabora sus particulares formas de obtener su pedazo de realidad, para hacerse un hueco de participación. Y entre ellas pueden estar las nuevas tecnologías, un medio que controlan y manejan bien, y en el que se desenvuelven como peces en el agua. Algunos de los grandes movimientos de participación ciudadana recientes en nuestro país han surgido de gente joven y el papel de las tecnologías en su forma de desenvolverse y manejarse ha sido muy evidente.

La realidad virtual, la cibernética y la tecnología ofrecen una posibilidad inigualable para hacer dinámicos los límites de la realidad, para producir cambios, para movilizar, inculcar inquietudes, traspasar el espacio y tiempo.

¿Podemos pensar en las posibilidades del desarrollo tecnológico (informática, comunicaciones) como forma de participación a nivel social? (Comentar, por ejemplo, el fenómeno de las plataformas de firmas on-line como intento de cambio social, tipo change.org, etc…).

¿Cómo pueden conseguirse cambios en nuestra sociedad a través de la tecnología?

¿Habéis usado alguna vez estas u otras plataformas para hacer llegar tu “granito de arena”?

Pensad en cómo sería intentar hacer cambios a nivel social si no existiera ninguna clase de medio tecnológico. ¿Por dónde empezaríais?

Desde esa reflexión, ¿en qué formas concretas, incluso las muy pequeñas, como poder dirigir un mail a un político o a una entidad, las tecnologías pueden ayudar a aquella gente joven que quiera dar pasos para cambiar el mundo y la comunidad a la que pertenece?

Terminar la actividad comprometiéndose a una de las posibles medidas propuestas al inicio para ponerla en práctica a nivel personal, ya sea individualmente o en grupo, aunque sugerimos la segunda opción, o adhiriéndose a algún trabajo que ya esté produciendo a través de otras iniciativas previas (p.e. ONGs, algún grupo de trabajo que ya actúe en el centro educativo…).