Un sábado por la tarde un grupo de chicos y chicas ha quedado para «salir». Al reunirse son dos las primeras cuestiones a tratar: el horario de cada uno y el dinero disponible. Por supuesto, hay quien tiene más suerte y maneja más dinero que el resto. Es un rollo, dicen, porque para poder divertirse hace falta dinero. Sin dinero no puedes comprarte nada y es más fácil aburrirse, explican, aunque no todos están de acuerdo.

La discusión ha comenzado y suscita diversas posiciones: a favor del gasto y en contra. A pesar de que coinciden en que puedes hacer cosas una tarde como ésta para divertirte sin gastarte nada, la mayoría piensa que es menos divertido.

La verdad es que, mientras estén todos y todas juntos, el tiempo es menos aburrido y más soportable. En casa suelen encerrarse en la habitación, con sus cascos o sus videojuegos. En casa sí que es todo un verdadero petardo. Saltar de un aparato a otro (televisión, música, juegos,…) para que el tiempo hasta la hora de salir llegue. Desean sin excepción que una mayor edad les permita decidir su propio horario. La dependencia económica de sus familias les obliga a respetar unas normas con las que no están en general de acuerdo. Hasta la misma conversación que están teniendo les parece algo aburrida…

Ya han llegado al lugar donde suelen ir a bailar y escuchar música, y a tomarse algo también. Hay una toma de decisiones previa: ¿aquí o nos compramos un par de litros y nos vamos al parque? Hace frío, así que deciden entrar. Uno de ellos comenta en voz alta: «Se acabó la charla, que estáis muy pesaditos».

Ya han entrado a un sitio, y están dispuestos a divertirse.

¿En qué consiste divertirse, según lo ves tú?

¿Qué ha de cumplirse para considerar que algo es divertido?

¿Es igual la diversión dentro de casa que la diversión fuera?

¿Qué papel juega el dinero en tu diversión?

¿Cómo lo haces si no tienes dinero?

¿Cómo te sientes en ausencia de diversión y qué pasa si eso sucede?

¿Qué podemos trabajar con este audiovisual?

Hoy nos detendremos a hablar sobre el negocio que supone el tiempo libre. Todas las personas necesitamos disfrutar y tenemos derecho al ocio, por eso se maneja una gran cantidad de dinero en torno al tiempo libre.

El proceso en el que está inmersa la sociedad de consumo, por el que cada vez más cosas se traducen a su valor en euros (y, por lo tanto, pueden comprarse y venderse), da lugar a que el ocio se esté convirtiendo en un negocio muy rentable. Piénsalo… cines, discotecas, centros comerciales, música y conciertos,…

Comencemos con una dinámica sencilla. Dividimos al grupo en cuatro secciones, cada una de las cuales ha de decidir el mejor uso que podría darle a 192€. Ese importe, como veremos a continuación, aunque no ha decírsele todavía al grupo, corresponde al gasto estimado medio de un chico o chica joven al mes y es una cantidad que podría ser usada para muchas otras cosas, pero es destinada al ocio, por lo que queremos llevarles a una reflexión.

Tras el trabajo en subgrupos, se hace una puesta en común y se comparan las propuestas, para finalmente hablar de por qué se ha trabajado en concreto con esa cantidad y no otra y qué les supone a priori este dato.

El negocio del tiempo libre se dispara si pensamos que los y las jóvenes (de 15 a 24 años) disponen de unos 100 euros mensuales para sus gastos de tiempo libre, aunque a menudo gastan más. Es decir, si multiplicamos esa cifra por una cantidad aproximada de población entre los 15 y los 24 años (unos 3’5 millones) y por los doce meses del año, nos sale que el gasto en tiempo libre de los y las jóvenes es de unos 4.300 millones de euros (que es algo más que el presupuesto total de la Comunidad Autónoma de Castilla y León), lo que al final se concreta en unos 192€ al mes por joven (ropa, discos, tabaco y alcohol, transporte, excursiones, anticonceptivos,…).

¿Creéis que estas cifras son exageradas?

¿Podéis pensar en cuál es vuestro gasto mensual en ocio y tiempo libre y a qué lo dedicáis? (IMPORTANTE: Para calcularlo, no hay que pensar sólo en la paga, sino en todos aquellos gastos que quizá otras personas les cubren y que también están relacionados con esto, p.e. cuando van al cine, o a cenar fuera).

¿Cuál ha sido el plan de fin de semana más caro de vuestra historia?

¿Y el más económico?

¿A cuál de los dos se suele parecer más vuestro tiempo libre?

Sería imposible hacer desaparecer de un país o de una Comunidad las ganancias que se derivan de actividades de ocio. Por ejemplo, la industria del alcohol movió más de 6.000 millones de euros en el año 1999, sustancia que es en su mayor parte consumida en el espacio dedicado al ocio. Las actividades que no cuestan dinero o cuestan muy poco están desapareciendo: la calle, la tertulia, las asociaciones y colectivos, cuidar las plantas, escribir, etc. Y si se producen, se hacen acompañadas de algún consumo, como sucede con el botellón.

Existen muchas razones para todo ello, pero una de las más importantes es que conversar y reírse sentados en un banco no enriquece a nadie (excepto a los que están haciéndolo, y eso no siempre interesa).

¿Podéis pensar en actividades que nos diviertan y que no supongan prácticamente ningún gasto?

Si existen esas actividades, ¿por qué normalmente nos mostramos con mayor reticencia a hacerlas?

Parece que la tendencia consumista en los próximos años seguirá creciendo, también y especialmente en lo relacionado con el ocio. ¿Cómo se nos ocurre que podría frenarse este avance?

¿Pensáis que hay algún interés en que este freno se pueda producir?

Terminar, para cerrar, con las conclusiones más relevantes extraídas de la actividad.