Las relaciones en familia son siempre bastante complicadas. En el mejor de los casos, las familias que se llevan bien no es porque no tengan conflictos, sino porque han aprendido -o están aprendiendo- a gestionarlos con madurez. Los conflictos, además, no tienen por qué ir asociados a agresividad o violencia. Pero están ahí, y cuanto antes nos demos cuenta de que existen y los asumamos, mejor. Porque, al fin y al cabo, eso es también ser familia.

Muchos de esos conflictos de los que hablamos tienen que ver, por ejemplo, con el lugar o papel que desempeñamos en nuestro grupo familiar.

  • ¿Qué papel juegas tú en tu familia?
  • ¿Eres hijo único o hija única?
  • ¿Tienes hermanos o hermanas? 
  • ¿Qué lugar ocupas entre ellos?
  • ¿Estás en una familia monoparental o convives con ambos progenitores?
  • ¿Qué facilidades y complicaciones trae a tu vida cada una de estas condiciones que se dan en tu caso?
  • ¿Qué facilidades y complicaciones tienen, por otro lado, el resto de miembros de tu núcleo familiar?

Para la mayor parte de las personas, tener familia es una bendición, pero a la vez, según los casos y las circunstancias, también es considerada por muchos como una auténtica maldición.  ¿Tú qué piensas?

¿Qué podemos trabajar sobre este tema?

Si, como nos propone el inicio de la secuencia, pensamos en qué significa FAMILIA, tenemos una definición aparentemente sencilla:

Un GRUPO formado por PADRES E HIJOS que viven JUNTOS en un mismo HOGAR. 

Proponemos comenzar la actividad pensando en las dificultades que cada uno de estos 4 conceptos resaltados tiene por sí mismo. Si estamos en un aula, dividimos al aula en 4 grupos y cada uno de ellos deberá abordar:

  • por qué ser grupo tiene sus propias dificultades;
  • por qué ser padres e hijos tiene sus propias dificultades;
  • por qué vivir juntos tiene sus propias dificultades;
  • por qué el concepto de hogar tiene sus propias dificultades.

Cuando llegue el momento de la puesta en común, no solo han de exponerse las conclusiones a las que se haya llegado para cada concepto, sino que proponemos que se encuentre cuáles son las dificultades añadidas por la interacción entre varios de esos elementos (p.e. sería menos complicado vivir juntos si los intereses entre padres e hijos no fueran a menudo intereses encontrados).

Así, plantear el asunto “familia” como un asunto “sencillo” no parece un comienzo demasiado realista para nuestra reflexión. Tal y como explica la protagonista de la secuencia de hoy, no hay nada sencillo en el hecho de ser familia.

  • ¿Cuáles son tus principales dificultades a la hora de ser familia?
  • ¿Piensas que quizá hemos confundido “sencillez” con que algo simplemente sea “común” o “habitual”? ¿Qué diferencias notas entre lo uno y lo otro?
  • ¿Qué aspectos de la convivencia se te hacen para ti más complicados?
  • ¿Crees que ser parientes o ser familia es lo mismo? ¿Qué diferencias percibes entre lo uno y lo otro?
  • ¿Dirías que vives entre parientes o en familia? ¿Sientes que vives en una casa o más bien en un hogar?

Como ves, este no es un tema fácil. Nunca lo es, porque a la par que el hecho de estar cerca hace que podamos sentir el calor mutuamente, también el exceso de cercanía puede hacer muchas veces que nos pinchemos. Ese razonamiento precisamente es el que tiene que ver con la llamada Metáfora del Erizo, de Schopenhauer, sobre la que pueden investigar un poquito más para comentarla en grupo.

La protagonista de la secuencia habla de su propia posición en la familia…

  • ¿Cuál crees tú que es la posición más ventajosa y más desventajosa en familia?
  • ¿Preferiríais ser padres y madres o hijos e hijas? ¿Por qué?
  • Describe la que sería tu posición ideal en familia.
  • Ahora echa un ojo a la descripción que has hecho y valora si hay más derechos o deberes. 
  • ¿Crees que te ha salido una propuesta equilibrada en cuanto a derechos y deberes o necesitaría algún que otro retoque?

Una de las consideraciones que se transmite en la descripción que la chica hace de su familia es que lo que hace cada miembro de ese núcleo influye sobre los demás. Por ejemplo, la actividad del padre, que se dedica al salvamento, marca mucho la actitud del hijo varón ante la vida o el deporte. Por otro lado, su posición como único chico en la familia seguramente compensa el hecho de ser el mediano y tener un papel algo más “difuso” por ello.

Piensa ahora en tu propia familia y considera qué “fuerzas” operan sobre ti que no tienen que ver contigo directamente sino con lo que otros miembros de la familia son, hacen o hicieron.

Por ejemplo, si el hijo o la hija mayor de la familia tuvo un accidente de coche grave, los siguientes lo pueden tener más difícil a la hora de poder sacarse el carnet de conducir o comprarse un coche; si la adolescencia del primer hijo o hija fue difícil, eso puede llevar a quienes siguen detrás a tener que pagar, en parte, el “pato” de aquello, etc…

La gran cuestión de todo esto es lo que ya planteábamos desde el principio de la actividad: el problema no son los conflictos en sí mismos, sino más bien cómo hacemos para abordarlos con madurez y responsabilidad. Así que no podemos enfocar este asunto de esa forma sin preguntarnos:

“¿QUÉ ESTOY APORTANDO YO A MI FAMILIA?”

Piensa en aportes de todo tipo: afectivos, de compañía, calma, carácter, alegrías, sentido común, pensamiento creativo, ayudas prácticas en casa, una palabra amable a tiempo, espacios de calidad para disfrutar juntos,…

Piensa en los momentos de conflicto que en tu familia, como en cualquier otra, habrá: Tras ese tiempo de comentar, pensar entre todos y todas si hubieran dado algo de lo que tienen por volver el tiempo atrás y no haber hecho ese movimiento tecnológico. 

  • ¿Cuánto tienes tú que ver con el comienzo de esos conflictos?
  • ¿Cuánto aportas a su resolución?
  • ¿Qué es lo que más te cuesta en lo referente a conflictos en tu familia?
  • ¿En qué aspectos podrías hacer alguna mejora sustancial desde hoy?
  • ¿Cómo pensáis que hubiera sido esa situación de no haber realizado ese movimiento?