“Lebron” (por Lebron James), “Rascacielos”, “Larguirucha”… son palabras que, sin ser insultos, se han usado para etiquetar e insultar a la protagonista de la secuencia que acabas de ver.

Los motes no son una excepción a la norma, sino un recurso habitual para los que quieren fastidiar a otros y hacer que se sientan mal simplemente por tener algún rasgo que les diferencia.

  • ¿Te han puesto alguna vez un mote?
  • ¿Recuerdas cuál era?
  • ¿Por qué piensas que usaron esa etiqueta contigo?
  • ¿Cómo lo viviste? ¿Te daba igual o te afectaba?
  • ¿Has usado tú motes alguna vez hacia algún compañero o compañera?

Si lo piensas detenidamente, cada persona es diferente que las demás y, por tanto, susceptible de recibir motes. Quizá es para hacernos pensar… ¿tú qué opinas?

¿Qué podemos trabajar sobre este tema?

Si eres de las personas a las que nunca pusieron motes (al menos, que tú sepas), quizá es solo porque las diferencias no eran tan obvias como en otros u otras de quienes estaban cerca de ti. Pero quizá a veces pensamos que los demás simplemente lo merecen más. Quizá lo suyo solo es más visible.

Cada persona sobre la faz de la Tierra es absolutamente distinta a las demás. Ninguna persona es igual a otra. Y eso justamente es lo que nos hace únicos y únicas. Si nos pusiéramos “tiquismiquis”, cada cual de nosotros y nosotras debería tener un mote, ¿no te parece?

  • Piensa cuál o cuáles podrían ser motes que te pusieran los demás a colación de alguna diferencia tuya respecto del resto. Quizá son diferencias que no son visibles, pero que tú sabes que existen, por lo que si haces un ejercicio de honestidad, tendrías que reconocerlas. Aunque no te lo parezca a simple vista, este ejercicio va a ayudarte a crecer en tu autoestima.

¿Puedes compartirla con el resto del grupo y explicar a qué diferencia específicamente se estaría refiriendo ese mote?

Una vez que se haya compartido la forma en la que cada cual se etiquetó, proseguimos, pensando en esa expresión en voz alta que la protagonista lanza al principio de la secuencia “Esa soy yo… 16 añitos”.

  • ¿Qué te parece esa forma de expresarlo?
  • ¿A qué atribuyes el tono de sarcasmo que tiene esa expresión?

Quizá puede tener que ver con que es muy grande para la edad que tiene, cierto, pero… ¿tiene sentido pensar que quizá por tener “16 añitos” también es el peor momento para llevar bien que los demás te pongan motes estúpidos?

  • ¿Cómo crees que se siente alguien de 16 años cuya diferencia es más que evidente para los demás y que constantemente se ve atacada por expresiones que solo son graciosas para quien las lanza?

La adolescencia es un tiempo en el que se alinean varios planetas a la vez: sentimos muchas inseguridades, tenemos la autoestima más bien justa, nos importa mucho lo que otras personas piensen… así que con estas decisiones que tomamos, no ayudamos a quienes, como nosotros y nosotras, quizá están pasando una mala época. 

Te proponemos un ejercicio solidario para pensar, solo durante unos minutos u horas, como tú elijas, lo que se siente cuando alguien se ve señalado o señalada por el resto, simplemente por tener una diferencia bastante visible. 

Elige una manera en la que, durante ese espacio de tiempo, puedas hacerte visiblemente distinto o distinta (p.e. unas gafas de las que usamos en photocalls, pintarte un bigote en la cara, o peinarte de forma ridícula). Pasea por los pasillos del instituto durante un rato y vive en primera persona lo que, quizá, compañeros y compañeras tuyas experimentan desde hace tiempo. Puedes hacerlo durante el tiempo que dura un recreo.

Después, reúnete con el resto en tu aula y comenta la experiencia que has vivido. Seguramente hayas recibido miradas extrañas, risitas por lo bajo, gente que se giraba al pasar tú, o incluso alguna risotada o comentario fuera de lugar de los más atrevidos y atrevidas. 

Imaginemos lo que sería vivir con ese nivel de atención del resto puesto sobre nosotros y nosotras todo el tiempo. Seguramente sería difícil de manejar. De hecho, quizá por eso la amiga de esta chica ha decidido plantarse y no consentir más abusos sobre ella. 

  • ¿Hay algo que te llame la atención de esta amiga?
  • ¿Piensas que tiene grandes complejos o necesita pasar desapercibida?
  • ¿Crees que ella misma puede haber tenido también problemas de motes?
  • ¿Por qué tipo de cosas más a simple vista sería fácil que la gente se metiera con ella?
  • ¿Cómo ves que gestiona ella sus propias diferencias?

Llama la atención que la protagonista no parece tomarse demasiado bien la ayuda que le presta. 

  • ¿Por qué razón piensas que esto es así?
  • ¿Quién crees que está equivocada?
  • ¿O quizá ambas tienen razón a su manera?
  • ¿Piensas que la amiga peca de falta de sensibilidad hacia la situación de la protagonista?
  • ¿Qué te parece el razonamiento que le hace al chico que ha repetido la broma de siempre? ¿Tiene tanta gracia como él cree? ¿Es realmente y como piensa, una “ocurrencia” o más bien “lo de todos los días”? 
  • Si tú fueras la protagonista, que no parece estar muy contenta, ¿qué le propondrías a tu amiga como alternativa?
  • ¿Crees que hay alguna manera de poner orden en esta situación que no incluya dar un cierto “golpe encima de la mesa” para autoafirmarse?

La secuencia termina con una frase muy potente: “¡Ponte derecha, camina erguida y no te encorves!”

  • ¿Qué crees que le quiere decir?
  • ¿Puedes pensar en una frase para ti mismo o ti misma que pudiera suponer ese “golpe de autoafirmación” frente al mote que te pusiste al principio de la actividad? 

(P.e. si te llamaste “El bizco” podrías decir “Cabeza alta, mirada al frente y al que no le guste, que mire para otro lado”)