6 octubre, 2013

Tengo que confesaros que he vuelto de las vacaciones con la sensación de que me ha faltado tiempo, es como que no he cubierto el anhelo de recuperar parte de lo que vamos perdiendo por el camino, el tiempo de descanso nos abre la posibilidad de recuperar aficiones, amigos y lugares que durante el resto del año se nos van quedando en el tintero, siempre la prisa puede más que el deseo o la necesidad de encontrarnos con nosotros mismos.

No creáis que estoy melancólico con la llegada del otoño, aquí en el norte, de momento vamos salvando los primeros escarceos de la estación con un tiempo aceptable, pero estos días reflexionaba sobre los sueños que vamos dejando atrás a medida que crecemos, en la escuela he cambiado de etapa y ahora hacemos cosas diferentes, la edad impone y me va quedando la sensación de perdida, de querer hacer cosas que hacíamos y ahora no hacemos.

En fin, estaba yo con mi tribulaciones cuando he leído este fin de semana un artículo en El País Semanal que enlaza con esto que os cuento, la necesidad de cumplir los sueños que tenemos de niños cuando somos adultos es un motor para la motivación interior.

¿Qué metas hemos alcanzado de las que soñamos? ¿Por qué no llegamos a todas o a ninguna? ¿Cuál fue el cambio de rumbo que nos marcó?

Todos tenemos en nuestra historia personal un balance de éxitos y fracasos, la vida es así, lo que nos plantea el artículo es hacer nuevos propósitos desde los viejos sueños, que no alcanzáramos nuestros sueños infantiles cargados de imaginación, no significa que tengamos que darnos por fracasados, no estamos perdidos si somos capaces de reorientar nuestra motivación.

Me gustaría ser capaz de llevar este espíritu a mis niños y niñas en la escuela, en algún momento la realidad se impondrá, es un hecho, todos crecemos y vemos las costuras de la realidad, el idilío con la vida se va perdiendo a medida que cumples años, ¿cómo lograr que la realidad no nos aplaste?

Debemos asumir que todos no lograremos nuestros sueños, nuestro empeño tiene que orientarse a intentar alcanzar el mayor número posible, y sobre todo, a disfrutar el camino, la vida es eso, una senda que tenemos que recorrer, creo que esa es la clave, adaptarnos, ser flexibles, creativos, críticos con nuestro hacer y el de los demás, así el camino será más llano.

Nuestros sueños son diversos, por lo tanto, el modo en que debemos ayudar a nuestro alumnado a encararlos también lo son, lo evidente suele ser lo más complejo.

Tomo prestada una cita del artículo que os estoy comentando dice así: “La sabiduría suprema es tener sueños lo bastante grandes para no perderlos de vista mientras se persiguen” es de William Faulkner.

Comenzamos un nuevo curso en el blog, bienvenidos, bienvenidas de nuevo al camino.