En ocasiones nos encontramos con algún niño o niña que siempre van a la contra, con apenas tres o cuatros años son auténticos saboteadores de cualquier actividad que propongas en la clase. Suelen tener una gran capacidad para acaparar la atención y poner de los nervios a los adultos que estén cerca con sus constantes llamadas de atención.
Si uno de estos niños están un grupo de niños tranquilos podemos gestionar mejor las situaciones que se van a producir pero, si por el contrario, está integrado en un grupo con otros niños con alta energia … la gestión del grupo y los conflictos que surgiran serán más complejos de resolver.
A pesar de tener pocos años son auténticos tiranos que manejan a su antojo el contexto en el que se mueven; da lo mismo que sea la casa o el aula, su criterio marca la vida de todas las pesronas que los rodean y tienen una total ausencia de empatía hacia las necesidades y deseos de los demás.
Un grupo de niños de tres años suele ser una suma de individualidades que con el paso del tiempo acaban convergiendo en una pequeña comunidad que aprende, juega y disfruta reconociendo al otro como un elemento valioso para la construcción de su propio yo. Cuando un compañero llora porque sea caído en el patio, este reconocimiento de la emoción y el sufrimiento hace que el resto del grupo lo arrope y lo busque para consolarlo, pero en el caso del niño tirano no. Será él quien busque de nuevo ser el centro de atención, reclamando para si los cuidados que otro se lleva, a su juicio, de manera injustifacada a sus ojos.
Podemos afrontar estas situaciones de una manera “desesperada” con castigos y enfados, la realidad será que estamos echando más leña al fuego, valga la expresión, ya que lograremos lo contrario de lo que nos proponemos.
Es necesario pararse un momento; hablar con la familia y el entorno del niño; llegar a un punto de conocimiento y reflexión sobre que mueve al niño a esa conducta … ¿un hermano más pequeño? ¿Un cambio en el contexto familiar? ¿La perdida de un abuelo o familiar? ¿Un cambio de compañeros o del maestro?
La causa subyacente nos habrá de indicar por donde actuar, y entonces con un plan claro de acción, cargarnos de paciencia y mucho amor y comenzar a intervenir.
No será un cambio rápido, ni siempre grato, pero es imprescindible que el niño o la niña que actúa de ese modo tan arbitrario comience a ver las necesidades de los otros como algo valioso que debe comprender y respetar en los diferentes contextos de la escuela.
Si en el proceso de identifiación del problema hemos contado y colaborado con la familia, en este momento también deberemos tenerlos en cuenta. Necesitamos rutinas y normas claras, tanto en la escuela como en casa; una buena coordinación y comunicación para ajustar la evolución del niño.
Proporcionemos herramientas para mejorar su comunicación con los adultos y con el resto de niños; establezcamos tiempo para que puedan expresar sus emciones y sentimientos; facilitemos momentos para que el cariño fluya del niño hacia el adulto y a la inversa, sin prisa, desde el respeto y la compresnión mutua … solo con mucho, mucho amor podremos reorientar y ayudar a estos niños que en algún momento se encuentraron perdidos.
Suerte con la tarea de educar y feliz semana.