10 noviembre, 2021


Querer y poder son los dos grandes requisitos para aprender. Conseguir que puedan y que quieran son los dos grandes requisitos para enseñar”

Y como docentes deberíamos saber cómo dar clase a quienes NO quieren para poder así darla a quienes SÍ quieren. Porque a quienes de nuestras alumnas o alumnos no quieran estar en clase… hay que darles otra clase de clase.

Y lo primero que entra en juego es la motivación y el control para conseguir una actitud favorable… Para ello, nos toca a las y los docentes GANARSE LA CONFIANZA ¡Si se quiere dar clase en condiciones, hay que crearlas!

Y para ello tres puntos clave que apunta Joan Vaello para tener en cuenta en nuestras aulas, tengan la edad que tengas las chicas o chicos:

  • En lo cognitivo (creencias y expectativas) “soy capaz”.
  • En lo afectivo (sentimientos y sensaciones) “lo llevo bien”.
  • En lo conductual (actuaciones) “me sale y lo hago”.

Como vemos, todas ellas están en relación directa con la autoestima de nuestro alumnado. ¿Y podemos el profesorado potenciar su autoestima desde nuestra intervención en el aula?

La respuesta a esta pregunta es un sí rotundo. Pero antes de justificar y desarrollar ese SÍ, definamos el concepto autoestima.

Definimos autoestima como el grado de satisfacción asociado al concepto de una misma o mismo, es decir, a sentirse bien contigo. Pero a su vez, no debemos olvidar que la autoestima, en palabras de Joan Vaello, está ligada a dos necesidades básicas:

  • Tomar conciencia de que una o uno vale para algo (éxito).
  • Tomar conciencia de que una o uno vale para alguien (reconocimiento).

Y precisamente esas dos claves son las que más tenemos que tener en cuenta también en cómo dar clase a quienes no quieren que se la demos.

Algunas estrategias para potenciarlas, y por tanto aumentar la autoestima en el aula son: Mantener un contacto fluido con nuestro alumnado, es decir, conversar periódicamente con la clase y sobre todo con esas alumnas o alumnos que les cuesta estar allí, averiguar qué son capaces de hacer y qué están en disposición a hacer… ¡siempre evitando el enfoque competitivo! También conseguir que crean que pueden, es decir, incidir en lo que se entiende por capacidad creída más que la capacidad real.

Nos va a tocar también adaptar los objetivos y la dificultad de las tareas a sus posibilidades y trabajar conjuntamente con ese grupo en particular lo que se entiende por aproximaciones progresivas, es decir, que cada uno de los esfuerzos que hagan les sirvan para que tomar conciencia de que están avanzando, de que se están superando día tras día.

Para todo ello deberíamos conocer lo que puede hacer y lo que no y, una vez sabido, velar para que sientan seguridad, respeto y que se les acepta en el aula tal cual son.

Claro, todo esto se consigue si podemos hacer ver a este alumnado reticente que el error es una forma más de aprendizaje, es decir, que con el error nunca se retrocede, sino que se avanza y se aprende algo de él.

El error es la base del cambio, y eso es importantísimo transmitirlo como profes. Charles Darwin, por ejemplo, siempre llevaba una libreta encima para anotar todo aquello que no le cuadraba. Sabía que, de lo contrario, el subconsciente haría que lo olvidara. Darwin entendió que inspirándose en el error podría conseguir su objetivo. De esta libreta salieron las ideas de su libro “La evolución de las especies”.

También es importante que el error no implique la imposición de determinadas etiquetas o prejuicios.

Así pues, si conseguimos potenciar positivamente la participación y las intervenciones en clase, potenciar los refuerzos verbales como comentarios halagadores, bromas, sentido del humor, llamar por el nombre, conversar amigablemente… y potenciar también los refuerzos no verbales como la proximidad, el contacto ocular, expresiones faciales que denoten aprobación, demostración de interés hacia la persona que son más allá de nuestras y nuestros alumnos… tendremos mucho camino conseguido.

En definitiva es intentar trabajar con un lenguaje y una actitud positiva ¡aunque sabemos que muchas veces no es fácil! (y menos ahora en tiempos del COVID-19)… Pero intentemos recordar uno de los eslóganes de la educación:

NI ENSEÑAR ES ATACAR NI APRENDER ES RESISTIR

Sabemos que uno de los grandes problemas que tenemos los equipos docentes además para poder trabajar estas competencias emocionales en el aula es que no nos sentimos capaces  de enseñarlas porque no disponemos de tiempo. Tenemos que reflexionar si esa falta de tiempo puede estar relacionada con  un tipo o forma de dar clase de forma unidireccional, donde “el o la profe habla” y “la clase solo escucha”. Con este forma de enseñar es francamente difícil encontrar un hueco en una sesión lectiva para trabajar aspectos emocionales, y más con quienes no quieren estar en clase.

De ahí que sea preciso un cambio metodológico para hacer posible un cambio en lo emocional. Pasar de la Escuela del hacer (Kronos) a la Escuela del Ser (Kairós). Una Escuela del Ser donde la unidireccionalidad a la hora de enseñar se sustituya por la bidireccionalidad entre alumnado y profesorado; donde se trabaje de forma cooperativa para que nuestras chicas y chicos puedan aprender por sí mismas como personas y del resto de sus iguales; donde el proceso de enseñanza valga más que los meros resultados académicos ¡así aumentaremos mucho más la autoestima y ganas de venir a clase! y donde no sea necesario el uso de poder porque se dispone de suficiente autoridad.

Recordemos que el secreto de enseñar no es tanto transmitir conocimiento como contagiar ganas, especialmente a las y los que no las tienen.

Además del tiempo, para conseguir dar clase a quienes no quieren dar clase, hay otro factor que no podemos olvidar:

¡Las familias!

¿Y qué pasa con las familias? ¿Quieren? ¿Pueden? ¿Saben? ¿Están?  Este es otro temazo que nos toca siempre tener en cuenta en nuestras aulas, y que dejaremos para otro post.

En éste, y para ir cerrando, recordar que ante los conflictos en aula, sobre todo con esa alumna o alumno que no quiere estar ahí aprendiendo, tenemos la opción de poner en marcha la famosa Regla de las 3 CON ante “un conflicto en clase”:

  • o analizar la CONducta.
  • o analizar el CONtexto en que se da.
  • o analizar las CONsecuencias que le reporta a esa alumna o alumno y actuar en consecuencia.

Y recordemos que hablamos de consecuencias y no castigos hacia esa chica o chico, como decía Wilde “En la naturaleza no hay castigos ni recompensas; hay consecuencias” y en nuestras aulas también.

Ya sabe, el curso escolar es como un viaje en autobús. En cada parada suben y bajan problemas. Lo importante es llegar bien al destino final y haber viajado con satisfacción e ilusión la mayor parte del tiempo.  ¡Buen viaje!

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