7 febrero, 2022



La mitad de las y los jóvenes españoles entre 15 y 29 años aseguran haber sufrido un problema de salud mental. :O

Con este dato tan contundente como punto de partida, esta semana un popular programa de la telepone el foco en la que algunas personas llaman la ‘generación de cristal’. Término usado para definir a jóvenes frágiles en su salud mental y también transparentes, como el tiempo que les ha tocado vivir, plagado de inseguridades derivadas del contexto económico y de una pandemia y con un gran impacto de las redes sociales.

¿Es esa la infancia y la juventud que tenemos en las aulas?

La joven estrella de Twitch Ibai Llanos lanza un llamamiento a través de sus redes. “Cuidad siempre vuestra salud mental. Pedid ayuda a la gente que os rodea y acudid a un profesional”. El suicidio de la actriz Verónica Forqué y su joven hija pidiendo que se acabe con el estigma de la salud mental: “Hay que normalizarla como un constipado“. El exitoso cómico y presentador Ángel Martin hablando en su libro “Por si las voces vuelven” de su crisis que le llevó a un brote psiquiátrico. El famoso presentador del Caiga quién Caiga, Javi Martín contando su trastorno bipolar… en España llevamos varias semanas HABLANDO DE LA SALUD MENTAL.

Y  ahora, dos jóvenes famosos: la cantante de OT y Eurovisión Amaia Romero y el actor de ‘La casa de papel’ Jaime Lorente, dos referentes de la juventud actual, que se atreven a normalizarlo:

 “Todo venía de antes, aunque esto hizo que se potenciara. El miedo a no sentirme querido, a fallar, ya lo tenía. ‘No soy lo suficiente’ es la frase que más me he repetido en mi vida”, explica Lorente. Y decidieron pedir ayuda: “La primera llamada de auxilio me hizo descansar porque estaba haciendo algo por curarme. Es uno de los mayores gestos de amor propio que he tenido en mi vida”.

Que dos referentes juveniles compartan sus inseguridades, sus capítulos de ansiedad insoportable y la necesidad de buscar ayuda para lidiar con estas emociones, es un gran paso… y mientras ¿Qué estamos haciendo el profesorado?

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la mitad de los trastornos mentales comienzan a los 14 años o antes. De hecho, entre el 10% y el 20% de las y los adolescentes experimentan trastornos mentales, pero no se diagnostican ni se tratan. Para hacer frente a esta problemática, la OMS, entre otras recomendaciones, nos dice que es clave fortalecer sus capacidades emocionales en las familias y las escuelas.

 Se nos interpela como docentes ¿podemos hacer algo desde nuestras aulas?

A lo mejor podemos aprovechar este estallido popular y mediático sobre el tema de la salud mental entre peques y adolescentes  para traer el tema a nuestros centros educativos.

Porque sabemos que no es casual, desde el inicio de la pandemia, la preocupación por los problemas de salud mental ha ido subiendo de intensidad entre nuestro alumnado ¡las urgencias pediátricas por consultas psiquiátricas han crecido un 50% en el último año!

Si el suicidio se ha convertido en la primera causa de muerte no natural entre jóvenes españoles de entre 15 y 29 años (46.000 adolescentes se suicidan cada año en el mundo). Si más de 1 de cada 7 adolescentes de 10 a 19 años tiene un problema de salud mental diagnosticado en el mundo y en España el 58,3% de jóvenes entre 15 y 24 años (informe 2021 de Unicef) dice sentirse “a menudo”, y el 36% “a veces”, con “mucha ansiedad, nerviosismo y preocupación”, a lo mejor  es innegable la necesidad de actuar con urgencia.

Ya, “sacar el tema” en clase, es un paso para acabar con el tabú y el estigma que tiene la salud mental, pero además, nos tocaría, como docentes, conocer estos datos y profundizar sobre estas realidades.

Podemos empezar ¡por ver cuánto conocemos sobre el tema! J. Para ello os ofrecemos un recurso: Un test interactivo para poner a prueba nuestros conocimientos sobre cómo funcionan los trastornos mentales, sus características y factores de riesgo puede ayudarnos a abordar el tema en nuestras aulas:  

https://view.genial.ly/6038bf3833ecd00d924f4e83

También, para que hablemos sin caer en prejuicios y podamos desmontar mitos en clase, os animamos a conocer las 12 falacias más frecuentes sobre la salud mental y la argumentación para desmontarlas: https://www.som360.org/es/monografico/dia-mundial-salud-mental/articulo/desmontando-12-mitos-sobre-salud-mental

Puede ser bueno que conozcamos que existen una serie de trastornos que son más comunes en la infancia y en adolescencia que en la vida adulta. Se clasifican como “trastornos emocionales” e impiden que nuestro alumnado, si los sufre, lleve una vida normal, dificultando la gestión de los sentimientos, los pensamientos, el comportamiento y las relaciones personales.

Y a todo esto se le ha sumado estos últimos 24 meses la pandemia: la pérdida de interacciones sociales ha llevado a desarrollar a muchas y muchos peques y jóvenes otras patologías, como trastorno de conducta alimentaria, del estado de ánimo, o problemas de adicciones y consumo, y es que “desde el punto de vista madurativo, cerebral, no tienen esa madurez para poder autocontrolarse, autorregularse y gestionar mejor todo lo que son sus competencias emocionales”.

Y aquí está la clave, ¿Cómo ayudamos a gestionar esas competencias emocionales en el aula? ¿Nos toca hacerlo al profesorado, además de intentar cumplir con los objetivos curriculares?

 “Tú tienes ahí tu temario y con un panorama así ni temario ni leches, lo que hay que hacer es actuar. Además, cómo van a atender y cómo van a trabajar con esos problemones, te conviertes en una trabajadora social más que en una profesora”, considera María, una docente de filosofía“ .

 

Para poder acompañar de mejor manera al alumnado, el profesorado necesitaría de algo básico, recuerda Isabel Galvín, secretaria general de la Federación de Enseñanza de Comisiones Obreras: más tiempo y menos alumnos y alumnas.

  

“En otros ámbitos se han tomado medidas, los ERTE, los fondos europeos, la gente ha teletrabajado… Para el alumnado ¿qué se ha hecho? ¿Qué se ha hecho para nuestros chicos y chicas, que son el futuro? ¿Qué medidas se han tomado para cuidar su salud emocional, para cuidar su educación y su evolución?” denuncia Esteban Álvarez, presidente de Adimad (Asociación de directores de secundaria y FP).

Bajada de ratios, bajada de horas lectivas, aparte de la presencia de profesionales en psicología, serían fundamentales para avanzar en el tema de la salud mental y el alumnado.

Pero mientras tanto, como es una preocupación actual en nuestros claustros y reuniones de docentes:

“Solo en el primer trimestre de este curso hay el mismo número de protocolos por intento de suicidio abiertos que en todo el curso pasado”, confirma Galvín. Os dejamos unas tips que pueden ayudar a sacar a la luz lo que hay debajo de esa punta del iceberg de casos de suicidios entre nuestro alumnado:

Hablemos de salud mental en el aula

No dejemos pasar esta oportunidad donde incluso miles de personas en nuestro país se han movilizado últimamente en el llamado el Orgullo Loco, para reivindicar ampliar la mirada sobre la salud mental. “Si vemos todos estos datos sobre salud mental, no es porque a todo el mundo le haya fallado de repente el cerebro; lo que ha fallado ha sido el sistema” explica Fátima Massoud, activista de Orgullo Loco Madrid,

¿Cómo hacer que nuestras alumnas y alumnos se tomen en serio la salud mental? (blog.tiching)

  1. Recordando que los problemas de salud mental no son una cosa extraña y aislada, sino que es más común de lo que parecen.
  2. Generando empatía hacia las personas que tienen un diagnóstico y que han sufrido estigma y discriminación por esa razón.
  3. Llevando a cabo la educación en contacto, es decir, que el grupo conozca de primera mano la experiencia de personas con un diagnóstico y/o colaborar con entidades de salud mental cercanas.
  4. Respetando y alentando a aquellos alumnos y alumnas que quieran hablar públicamente sobre su salud mental y reconociendo su valentía delante del grupo.
  5. Dando espacio a las emociones que puedan surgir en clase por parte del alumnado.

¿Cómo evitar caer en el estigma al tratar la salud mental en el aula (consejos también aplicables a nuestro día a día)?

  1. Es importante que cuando hables de la salud mental y de las personas que tienen un problema de salud mental, no lo asocies con violencia y no confundas el trastorno con disminución psíquica.
  2. Evita utilizar el diagnóstico de una persona como esencia. En vez de utilizar el verbo ser, sustituyéndolo por verbos como tener/pasar/experimentar, para evitar que el trastorno mental sea la característica principal de la persona.
  3. Evita generalizar. Cada persona es un mundo y vive de una manera distinta su diagnóstico.
  4. No utilices el estereotipo de la persona con trastorno como persona extravagante, liberada, u otros atributos que pueden ser motivo de burla.
  5. Cuidado con los falsos positivos: tener un trastorno mental no necesariamente implica ser un genio en matemáticas o en el arte.

Y por supuesto, recordemos que como docentes, tenemos que ser conscientes que somos personas expertas en nuestras materias pero NO en psicología o psiquiatría. Y si nos toca derivar y pedir ayuda, tenemos que hacerlo.

Por último, para terminar con un ejemplo práctico de educación o gestión emocional en el aula hablemos de:

¿Y si mi alumna o alumno llora en clase? El llanto como oportunidad en el aula.

Llantos de rabia, de frustración, de despedida, de alegría, por un dolor físico… la lista de aquello que puede despertar un llanto sería (casi) interminable y, más aún, personal.

¿Qué hacemos cuando ocurre en clase? ¿Permitimos llorar?

Permitido en oposición a prohibido, mal visto, negado, reprimido, castigado.

¿Cuántos “no llores”, “qué fea te pones cuándo lloras” “los niños mayores no lloran” se siguen escuchando en muchas aulas?

Qué difícil es, después de décadas de condicionamiento, deshacernos de toda esa narrativa y construir una nueva. Hacer espacio, también en las aulas, a las emociones cuando emergen.

Dar y darnos el permiso y no ver el llanto como una interrupción de clase, un problema al que, como tal, tratamos de evitar ¿haciendo que el o la alumna salga de clase? Sino verlo como una oportunidad de tratar y transformar la inteligencia emocional de la clase, de trabajar emociones básicas como la ira, la alegría o la tristeza y que sirva tanto para esa alumna o alumno que llora, como para todo el grupo.  

Dejemos que sea verdad en las aulas eso de “Reímos junt@s. Lloramos sol@s”, y empecemos a validar todas las emociones y a educar saludableMENTE.

 

 

 

 

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