22 febrero, 2021

Profeeee ¡Creo que tengo pantallarexia! (adicción a pantallas).

Y tú, como docente, no te sorprendes y miras el móvil que tiene en su mochila, el Smartwatch de su pulsera, el portátil de la mesa, la pizarra digital de clase…

En estos momentos la infancia y juventud que tenemos en las aulasestá empantallada” (¿Quién la desempantallará?), y uno de sus agentes socializadores principales, además de la familia y la escuela, son esas pantallas que les rodean ¿desde la más tierna infancia? ¡Recordemos que ya se llama al móvil el “chupete 3.0” entre algunas familias!

Te lanzamos la pregunta: Imagina que eres profe de infantil

¿A qué edad permitirías a tus alumnas y alumnos bañarse en la piscina “de mayores”, “la que cubre”?

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Seguramente no sabrías decir una edad adecuada o exacta ¿verdad? Y el motivo es que la respuesta nada tiene que ver con la edad. Seguramente tu respuesta como profes será: “Pues cuando sepan nadar bien”.

Bueno, pues esto mismo lo podríamos aplicar a la pregunta sobre la edad adecuada para que nuestro alumnado tenga su primer móvil, sus primeras redes sociales… La respuesta debería ser: cuando esté preparado para navegar solo por internet.

Cuando tenga, en palabras de José Carlos Ruiz, activado “el interruptor del pensamiento crítico” (ante esas pantallas) que traemos de serie y podamos, junto con las familias, ir educando poco a poco. ¿Y qué es el Pensamiento Crítico? Pues pese a los innumerables esfuerzos no tenemos una definición que sea comúnmente aceptada.

Se empezó a definir ya en la antigua Grecia: con su mayéutica, Sócrates, con su dialéctica, Platón y con su retórica, Aristóteles. Pero la “paternidad” del término se le atribuye al filósofo Max Black que tituló así, Pensamiento Crítico, su libro sobre lógica en 1946.

En 1605 Francis Bacon (no confundir con el pintor) decía que el pensamiento crítico “es tener el deseo de buscar, la paciencia para dudar, la afición de meditar, la lentitud para afirmar, la disposición para considerar, el cuidado para poner en orden y el odio por todo tipo de impostura”. Luego tenemos la Fundación The Critical Thinking Community que en 1992 a través de su fundador estableció que el pensamiento crítico es el modo de pensar en el que mejoramos la calidad del pensamiento al apoderarnos de las estructuras inherentes del acto de pensar y someterlas a estándares intelectuales”.

Y desde CTM nos gusta la de Jaime Burque (2016) que dice que el pensamiento crítico es esa maravillosa capacidad, tan humana y excepcional, tan necesaria y aprendible, que nos permite cuestionarnos las cosas establecidas por muy reales que parezcan, de no darlo todo por hecho y de analizar con profundidad y perspectiva lo que nos rodea, a nosotros o a las ideas que nos llegan.

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Aprendible… nos quedamos con esa palabra, con ese objetivo: “aprender a pensar críticamente”.

¿Lo hacemos desde las aulas? Sabemos que en muchas ocasiones nuestro sistema educativo sigue manteniendo como fuerza motriz los conocimientos, contenidos, exámenes, títulos…, dejando poco espacio para que podamos, el profesorado, intervenir pedagógicamente para fomentar esta habilidad imprescindible.

¿Te acuerdas de la etapa del ¿Por qué Por qué? de los 3 años? ¿Recuerdas lo poco que funciona respuestas tipo “porque sí” o “porque lo digo yo y punto”?Y decimos fomentar porque en esta idea de que el pensamiento crítico no se tiene que aprender, puesto que “lo traemos de serie”, se trata entonces  de saber usarlo bien, y hacerlo desde la más tierna infancia, reforzarlo y no anular, sino fomentar el espíritu indagador que traemos de forma natural, potenciar la curiosidad que caracteriza a niñas y niños.

(*¡Te animamos a escuchar esta canción y rememorar “aquellos maravillosos años”: Petit Pop, ¿Por qué Por qué?)

Pues bien, en este siglo de infodemia e infoxicación, de desinformación y fake news a todas horas… no podemos olvidar potenciar esa etapa preguntona que se da entre los 2 y los 4 años, y que es clave para el desarrollo del pensamiento del niño o niña y que se alargue hasta su vida adulta…que pregunten, se pregunten y cuestionen.

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Como docentes, si queremos que desarrollen un buen pensamiento crítico tenemos, no solo que contestar a sus preguntas, sino que también tenemos que animar a que sean ellas y ellos quienes busquen, respondan y justifiquen sus respuestas.

No olvidemos que según la consultora Gartner, en 2022 tendremos la mitad de la información de las noticias, serán falsas. Ahora más que nunca sabemos que nuestra juventud vive rodeada de Fake news, que además se difunden más rápido y llegan a más personas que las noticias ciertas. Según una investigación del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) que ha analizado 126.000 noticias desde el 2006 hasta el 2017, las fake news se retuitean, de media, ¡¡un 70% más que las ciertas!!

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Y peor aún, que noticias ciertas tardan seis veces más tiempo en llegar por Twitter a 1.500 personas que los bulos. Es decir, una noticia falsa se propaga y viraliza mucho más rápido que una real. Una noticia falsa fácilmente puede llegar a 100mil. Una verdadera o el desmentido no llega a las mil.

Por todo esto, y más que nunca, necesitamos enseñar pensamiento crítico en nuestras aulas. Ya sabes, para pensar ¡mejor con-ciencia!

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