9 diciembre, 2021

 

Escucha más y mejor…y escúchate. Llegó diciembre y ese quiere ser nuestro mensaje de fin-inicio de año.

¿Por qué tenemos dos orejas y una sola boca?  El sabio Epícteto dijo que “para que podamos observar y escuchar el doble de lo que hablamos”. Y es que, a veces nos es mucho más fácil abrir la boca que los oídos.

Tener una boca es suficiente para hablar. Tener dos orejas nos permite tener capacidad auditiva pero no quiere decir que estemos escuchando. ¿Qué os parece si, aprovechando el cierre de año, nos proponemos también cerrar algo más la boca (cuando lo que voy a decir o cómo lo voy a decir esté de más) e intentar, abrir el año nuevo abriendo, no solo los oídos, sino también el resto de sentidos para escuchar, para escucharnos?

¡Qué difícil es encontrar gente que sepa escuchar! Sí, escuchar sin más, sin dar su opinión ni consejos, que te deje hablar y que como mucho te haga alguna pregunta para que tú puedas seguir poniendo en palabras lo que te ocurre. Porque muchas veces lo que necesitas es simplemente desahogarte y descargarte, compartir con alguien lo que te ocurre y cómo te sientes sin interrupciones.

Porque, reconozcámoslo NO SABEMOS ESCUCHAR.

Oír sí, ESCUCHAR NO. Son dos actitudes distintas. Al cabo del día oímos muchas cosas pero ESCUCHAMOS poco. Cuando oímos no prestamos una atención profunda, sino que simplemente captamos la sucesión de sonidos que se produce a nuestro alrededor. ¿Recuerdas alguna clase en que el o la profe cuenta y a ti te no interesa? No  escuchabas, pero lo oías. Tus conductos auditivos recibían el sonido que emitía, pero no lo entendía, no lo comprendía. Tu mente estaba en otra parte, pasando de lo que percibías por tus oídos.

Pues esta actitud en una clase aburrida la llevamos, sin quererlo, a nuestra vida cotidiana, porque en ocasiones es mucho más fácil oír que escuchar, ESCUCHAR DE VERDAD.

Decía Goethe, que “hablar es una necesidad y escuchar es un arte” y es que las personas hablamos para ser escuchadas y, a priori, parecería más importante y relevante saber hablar que saber escuchar. Sin embargo, no es así; es precisamente la capacidad de escucha la que en estos momentos podría salvarnos, salvar el mundo y cómo nos relacionamos con él.

Y puesto que la calidad de las relaciones se mide por la escucha, aquí van algunos consejos para mejorar nuestra relación con el resto de personas, con nosotros y nosotras mismas y con el planeta:

  • Escucha con los cinco sentidos.
  • Dedica toda tu atención.
  • Bloquea los juicios mentales.
  • Escucha con apertura, transparencia y ganas de comprender.
  • Elimina distracciones.
  • Escucha lo que te dicen. Escucha lo que no te dicen.
  • Escucha el silencio, la calma, la quietud y tranquilidad.
  • Escucha los diferentes sonidos con los que convives en cada espacio en el que estás.

Y sobre todo,

  • Escucha tu corazón: ese que cada entrada-salida de año recuerda sus sueños e ilusiones con los que hacer tu lista de buenos propósitos para el año nuevo: “Este año, por fin, voy a “eso que siempre has querido”. Sí, escucha tu corazón continuamente para que esa lista no vaya olvidándose pasados los meses porque lo urgente al final no deja tiempo para lo importante.
  • Escucha al planeta: Sin ponernos demasiado colapsistas ni preparacionistas pero, como comentamos el mes pasado, ya toca escuchar de verdad a todas esas voces expertas que llevan tiempo avisando que llegamos al punto de no retorno para salvarnos. La naturaleza nos habla. Escuchémosla.

Y terminamos recordando de nuevo a otro sabio, Hemingway, que decía que “Escuchar detenidamente te hace especial, pues casi nadie lo hace”. ¡Seamos especiales este año que viene y encontremos ese justo equilibrio entre saber escuchar y saber hablar para regalar y regalarnos diálogos de verdadera escucha!

 

¿Y TÚ QUÉ …  escuchas con todos tus sentidos?

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