2 noviembre, 2017

“Truco o trato, visitas al cementerio, disfraces terroríficos, venta de crisantemos, calabaza-faroles talladas con caras (en realidad originalmente lo que se esculpían eran ¡nabos y remolachas!)… Ayer y antes de ayer se celebraron Halloween y el Día de Todos los Santos o Día de los muertos y a propósito de esta fecha desde YTUQUÉ queremos aprovechar para reflexionar sobre la muerte, sobre su significado, sobre otras miradas posibles frente a la pérdida de un ser querido y sobre lo escondida que está en nuestras sociedades.

Porque la muerte en nuestra sociedad es un tabú, y sobre todo algunas formas de morir.

De acuerdo con el nuevo informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de este 2017, cada día fallecen más de 3000 adolescentes (es decir, 1,2 millones de muertes anuales) por causas que, en su mayor parte, podrían evitarse.

¿Y cuál es la primera causa de muerte en jóvenes de entre 15 y 29 años en nuestro país?

Pues la primera causa de muerte juvenil en España, superando incluso a las motivadas por accidentes de tráfico es el suicidio. Y si la muerte es un tabú peor que el sexo, dentro de la muerte el suicidio es el tabú elevado al cuadrado.

Y eso a pesar de la frecuencia. Cada 40 segundos se produce una muerte por suicidio en el mundo

Y si en el mundo cada día casi 3.000 personas ponen fin a su vida en el mundo y al menos 20 intentan suicidarse por cada una que lo consigue, en España son 10 personas las que deciden quitarse la vida cada día.

“Estos datos no salen en los medios de comunicación y es sorprendente: nadie quiere ver el elefante que tenemos en la habitación”, ha asegurado el psicólogo y presidente de la Sociedad Española de Suicidología, Andoni Anseán. (Efe.2017)

Por tramos de edad, este experto destaca que un número alto de menores de 15 años presentan un “comportamiento autolítico, con independencia de que lleguen a suicidarse”, y ha asegurado que series de televisión como Trece razones o juegos que se distribuyen por internet como “La ballena azul” no aumentan este tipo de comportamientos.

Para el psicólogo Jorge López Vallejo, la primera manera de avanzar en el conocimiento del suicidio es dejar de considerarlo un tabú y aprender a afrontarlo o aceptarlo por parte de familiares y red de amistades.

Precisamente estos días se han celebrado en este sentido las Jornadas de “Luto en Colores” bajo el lema “Repensar la muerte para celebrar la vida”. Centrado especialmente en la muerte por suicidio, aunque aborda otros tipos de duelos, este proyecto nace, de manos de la periodista Silvia Melero Abascal, para ayudar a canalizar el dolor de la muerte.

Silvia perdió a su hermana Esther en el 2014, “se tomó pastillas para acabar con el sufrimiento interior que le amargó su existencia, pese a los continuos esfuerzos que realizó para superar su enfermedad mental. Tenía 36 años y ayudaba a niños con dificultades como psicóloga infantil. Amo la vida profundamente, pero entendí la decisión de mi hermana, la acepté, empaticé mucho con ella en todo su proceso y eso me llevó a hacer un camino radicalmente distinto del esperado. No significa que no haya atravesado el dolor y la tristeza. Significa que me permití tener una vivencia de la muerte desde mi mirada, intentando escapar de ciertas pautas sociales, educativas, religiosas y de todos esos lastres que nos imponen un luto negro (que ya no es tan negro en lo físico, pero sí sigue imperando en las emociones y se manifiesta de inmediato en el sentimiento de culpa). Yo viví el negro, claro, con el dolor y el desgarro que se te agarra al pecho. Hay un tiempo necesario para “cerrar los ojos y dejarse llover”. El desgaste emocional es muy fuerte. Los días que siguen al shock cuesta levantarse y ponerse en pie cada mañana. Pero conviene estar alerta y no ‘acomodarse’ demasiado en ese estado que te puede atrapar. Enseguida vi que en mi duelo había otros colores. Me los permití. Son todos los tonos que me sacaron de mí para llevarme a otro lugar de la vivencia. En ese lugar caben las lágrimas de tristeza junto a las de alegría, por ejemplo. En ese lugar puedo celebrar la vida y brindarle a mi hermana una sonrisa bailando. Sin negar lo que ha pasado. Sin taparlo, sin mirar hacia otro lado. Sin esconderla a ella ni esconderme yo. Entendiendo que lo que pasó camina de la mano junto a todo lo demás. Y todo lo demás es la vida”.

Este testimonio nos muestra que otras formas de entender y vivir la muerte son posibles.

¿Y TÚ QUÉ… cómo vives la muerte?

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