14 febrero, 2015

Hoy es San Valentín (¡aunque el Vaticano en 1969 quitó a ese santo del calendario!). Catorce de febrero, “Día de l@s enamorad@s”…y de repente todo a nuestro alrededor se ha puesto “romántico”… Hay corazones, angelotes con flechas y rosas decorando todos los escaparates, el icono de Google también tiene corazoncitos, las tiendas de colonias y joyas tienen letreros luminosos, el color rojo está por todas partes, también hay miradas atontadas y sonrisas brillantes…

Hoy nos llegan por las redes sociales y por la tele un montón de imágenes y frases sobre el amor. Nos quedamos con dos para el post de hoy: la del “El amor es pura química” y la del “El amor no tiene medida”, ésta última ha derivado luego en el título de esta entrada del blog.

Empezamos con la química del amor porque hoy salen artículos muy curiosos sobre los últimos estudios científicos sobre el amor ¿Qué nos dice la ciencia? Que efectivamente eso de que “miras a los ojos enamorados y no hace falta hablar” es verdad, que segregamos una sustancia química llamada feniletilamina que logra que nos entendamos sin abrir la boca, incluso se ha comprobado que cuando dos personas se gustan ¡sincronizan sus ritmos cardíacos si fijan su mirada durante tres minutos! También que enamorarse es mucho mejor que cualquier droga. De hecho se ha llegado a la conclusión de que el enamoramiento produce varias sustancias químicas euforizantes que estimulan 12 áreas del cerebro al mismo tiempo. Que lo de las mariposas en el estómago se debe a la adrenalina que inunda el cuerpo enamorado (¡y nervioso!) e incluso que eso de que “te han roto el corazón” no es simplemente una metáfora ya que cuando una relación termina se siente falta de fuerza y desinterés en seguir adelante justo por dolores físicos en la zona donde se encuentra el corazón, es decir, esa sensación de “corazón partío” es real y tiene que ver con la neurobiología, la dopamina y un área del cerebro llamada córtex cingulado anterior…

En fin, que está claro que el amor, con sus bombas de sodio y potasio a tope, es química y biología…pero también es cultura. Es nuestra cultura la que nos ofrece un modelo de conducta amorosa que estipula lo que “de verdad” significa enamorarse y qué sentimientos han de sentirse, cómo, cuándo, y con quién sí y con quién no. Es el llamado, en nuestra sociedad moderna, el ideal del “amor romántico´”.

El “amor romántico” lo invade todo, no hay escapatoria. Desde la infancia los cuentos nos han relatado cómo debe ser el amor verdadero, cómo nos tiene que hacer sentir y cuál tiene que ser el final ¿os suena?

“Chico conoce a chica, les da un chispazo, se enamoran, superan algún conflicto que tienen en contra, se juntan definitivamente sin que nadie impida su amor, son felices para siempre (y comen perdices)”

Lo malo de este modelo, no es sólo que sea cerrado, repetitivo, uniforme, estricto y totalmente lleno de mitos (sobre los mitos de amor romántico hablaremos tranquilamente en otro post), el problema es también que este modelo cultural, descriptivo y normativo del amor es el causante de que desarrollemos creencias que en numerosas ocasiones son una “trampa” y dificultan que tengamos relaciones sanas, provocando la aceptación, normalización y justificación “por amor” de comportamientos claramente abusivos y ofensivos.

Comportamientos “amorosos” que aprietan, porque el amor “sí tiene medida” y a veces no “nos sientan bien, nos ahoga, nos oprime”, no son nuestra talla y no nos dejan respirar, porque “Si el amor te aprieta, no es tu talla”. Esta es una de las frases que intentan romper con los mitos del amor romántico (junto con otras como “El amor romántico perjudica seriamente tu autonomía”,”El príncipe azul destiñe al primer lavado”, “No soy la mujer de tu vida porque soy la mujer de la mía” (o el hombre), “No es tu media naranja , es tu exprimidor” o “El amor romántico es perjudicial para la salud” (que se lo digan a Romeo y Julieta, que después de morir “el mejor amigo”, “el Tío”, “la madre” y el “prometido”, van ellos y se suicidan)…

Historias así no molan, lo que mola es el amor que es bienestar y bienestar es “estar bien” (¡es la “talla” que te sienta genial!) y si no estás bien con tu relación, por mucho San Valentín que sea, no lo dudes, corta…y seguramente “te dolerá” un tiempillo, según los estudios del inicio, con la ruptura amorosa el subidón de feniletilamina cae de golpe y nos da el bajón, pero no problem, lo que tenemos es “mono” de esa anfetamina ¡y justo el chocolate de los bombones de San Valentín tiene mucha feniletilamina y te hará sentir un poquillo mejor para seguir buscando “tu talla”!

¿Y TÚ QUÉ… has encontrado tu “talla” del amor?

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