8 abril, 2017

“Yo no soy racista pero…! ¿Te suena esta frase?

Esta frase la has podido escuchar entre tus colegas, tu familia, en los medios de comunicación, o en cualquier autobús o súper, o en internet… Incluso puede ser que seas tú quien la haya dicho alguna vez. Y si no es esta frase, será alguna parecida como “No tengo nada en contra de los musulmanes pero…”, “No soy intolerante pero…” pero, pero, pero… Empezar una oración diciendo “No soy esto pero…” significa algo tan sencillo como decir que de algún modo reconoces que lo eres aunque enseguida intentes contradecirte por no quedar mal.

Hoy sábado 8 de abril se celebra el Día del Pueblo Gitano, uno de los colectivos que han sufrido a lo largo de la historia más discriminación y racismo, perseguido prácticamente en cualquier parte del mundo alrededor se ha ido construyendo con el tiempo un cúmulo de estereotipos negativos que ofrecen una versión sesgada de la realidad del pueblo gitano, vinculándolo siempre a la delincuencia, la ignorancia y costumbres caducas.

Pero fíjate, que curioso que cuando son personas gitanas famosas todo esto desaparece e incluso ni sabemos que lo son ¿sabías que actores como Charles Chaplin o Michael Caine, cantantes como Pastora Vega o Rosario, futbolistas como Navas, Cantona o Güiza son de etnia gitana?

También hace pocos días, el 21 de marzo, fue el fue el Día Internacional de la eliminación de la discriminación racial (conmemoración del día de la Matanza de Sharpeville cuando la policía sudafricana asesinó en una manifestación contra el apartheid a 69 personas negras e hirieron a casi 200).

Todas las redes sociales, y Twitter en especial, se han llenado tanto hoy como el otro día de mensajes en los que muchísimas personas expresan su total repulsa hacia el racismo. Claro, cuando es el “día mundial” parece que es “lo que toca”.

Los días mundiales de lo que sea son los días en los que la mayoría nos acordamos de todas esas causas que no nos afectan, pero decidimos mostrar nuestro apoyo puntualmente. Que una vez al año no hace daño. Y teclear 140 caracteres o dar me gusta o compartir algunos mensajes o campañas no cuesta mucho.

Entre todos esos mensajes de estos días, la activista negra, Desirée Bela-Lobedde, reflexionaba sobre uno que se hizo viral: “Yo es que no veo colores, yo veo personas”, o las variantes del tipo “a mí, como si eres rosa o verde con topos naranjas, me da igual. Yo no veo colores” y similares.

Muchas personas creen que no son racistas porque dicen no ver el color de las personas. Pero ella, como persona negra decía que es una frase que puede decir solamente una persona para la que, en su día a día, el color de su piel no le expone a vivir situaciones de discriminación, opresión o prejuicios.

Cuando el color de nuestra piel coincide con el de la mayoría de las personas con las que te relaciones, no es importante. Y, oye, ojalá el color de las personas no blancas, que es a lo que vamos, no importase. Pero importa.

Porque cuando eres una persona no blanca, el color sí se ve. En la sociedad el color sí importa. Se dice que no hay racismo pero luego a una persona no blanca le cuesta mucho que le alquilen un piso, por ejemplo. En España hay 4.000 agresiones racistas cada año. Y según los datos policiales, quienes comenten esos delitos racistas “son en su gran mayoría menores de 25 años, e incluso menores de edad”.

Y ante esto, Desirée dice que ese “nadie ve colores”, no le cuadra. Que para ella que tiene que estar por su color justificándose constantemente, el color sí es importante y que le parece un poco “raro” que haya gente que se plante delante de ella, o de cualquier persona negra diciendo que no ve su color ¿De verdad? Pues mira, no.

Ves la diferencia en el color del cabello, en el de los ojos; aprecias la diferencia en la constitución de las personas, ves si alguien lleva gafas o nos las lleva… ¿pero el color no lo ves? ¿Por qué?

¿Nos han metido en la cabeza que ver el color de las personas no blancas es malo? ¿Les quitamos el color a las personas no blancas, hacemos un whitewashing, un blanqueo, y todo bien? ¿Seguro?

“Las veces que me han dicho que no ven mi color, me han dado a entender que me ven… blanca“. “No, si es que yo te veo como yo, tía”. ¿Blanca? Pues no dice Desirée.

“Yo quiero que veas mi color”.

Ver el color de las personas es reconocer y apreciar muchas más cosas: una historia diferente de la tuya, una cultura, unas tradiciones, un legado distinto y riquísimo. Nos han hecho creer que, para ser iguales, no podemos ser diversas. Y eso es una ridiculez. Eso es lo que pasa con la mal llamada integración.

La integración de verdad busca la igualdad de derechos y obligaciones sin perder la diversidad. Porque la diversidad es una riqueza, y la diversidad de colores de la piel también. Porque, concluye Desidée “si no ves mi color, niegas una parte de mí. Si no ves mi color, no estoy completa”.

¿Y TÚ QUÉ… no eres racista con o sin PERO?

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