Las autopistas, el tren de alta velocidad, el puente aéreo, incluso las expediciones a la luna, no deberían borrar los senderos. Un sendero, mágico invento que invita a caminar, a la observación tranquila de la naturaleza que recorre, al sosiego, a la ausencia de prisa, a la contemplación de un paisaje exterior y al disfrute consciente del paisaje interior; un sendero, esa idea que lleva a lugares a los que sería imposible acceder por otros medios.
¿Y en el camino de la educación?
El disfrute de momentos de cadencia tranquila, de ritmos que favorezcan la escucha interior, de momentos de calidad en los que se invite a contrastar la velocidad del impacto permanente con la riqueza de un pensamiento largamente meditado.
Todo eso lo puede traer al aula, (y a la vida diaria de cualquier estudiante), un ingenio milenario: la escritura manual.
El 75% de las personas que escriben en nuestro país prefiere utilizar teclados a diario, y deja la escritura a mano a un plano secundario. Ésta realidad abre interesantes desafíos educativos, porque resulta que sabemos que la escritura manual es un bien precioso que nunca deberíamos perder.
La escritura a mano detiene las prisas, la necesidad de una distracción nueva a cada momento. Vuelve a conectar nuestras manos con nuestra mente, vuelve a solicitar reflexión y a dar espacio al tiempo de pensamiento.
No deja de ser paradójico que las generaciones actuales, las que más se comunican de largo a través de la escritura, estén entrando en una dinámica en la cual cada vez escriben menos a mano. Y por eso es conveniente alertar de que con ese déficit se pueden perder algunas maravillas de la escritura manual de la que han disfrutado muchas generaciones anteriores:
- La escritura a mano activa patrones de oscilación neuronal beneficiosos para el aprendizaje; existe una conexión directa entre la habilidad de la escritura manual y el desarrollo cognitivo en la infancia.
- La escritura manual, si se utiliza para algo más que para trascribir textos ajenos, revela la personalidad, tanto en el contenido como en la forma.
- Hay una relación directa entre la escritura manual y la consistencia de la adquisición de habilidades lectoras. Una niña o un niño que practica la escritura manual aprende a leer más rápido que quienes sólo utilizan dispositivos digitales.
- También existe una relación entre la escritura a mano y la capacidad de retención de información y de generar nuevas ideas. Es decir, aporta capacidad de análisis y creatividad.
- Algo importantísimo a la hora de decidir tomar papel y lápiz es que la escritura manual fortalece las habilidades motoras finas y la coordinación óculo manual.
- Además, por si lo anterior fuese poco, la escritura manual favorece a la coordinación bilateral eficiente del cerebro. Requiere la integración de ambos lados del cuerpo, lo que induce a la colaboración de ambos hemisferios cerebrales
Entonces ¿Qué hacer?
No cabe duda de que el péndulo en la actualidad está en el lado de las pantallas. En la educación ha sido así en los últimos años, y, sin embargo, se está detectando, y aplicando, una necesidad de retorno.
En el acervo cultural de la pedagogía se ha incorporado como un mantra imprescindible: la competencia digital, y en cierto modo, lo es. Sin embargo, con la misma evidencia que nos confirma que para un viaje largo y rápido lo mejor es una autopista, para el disfrute interior y la búsqueda de la belleza natural, elegiríamos una senda.
A cualquier edad vivimos la determinación que nos imponen los dispositivos conectados. Nuestro contacto con la realidad, por lo tanto, suele llevar filtro.
El uso de la tecnología no es neutro; lo que nos llega a través de ella está delimitado, igual que lo que podemos ofrecer a su través.
Uno de los mayores déficits del continuo impacto de redes, aplicaciones y plataformas es precisamente la ausencia de tiempo propio
La sensación de infinitud informativa, lúdica, formativa, es total. Y lo que puede suceder es que tanto impacto permanente deje poco espacio para detectar sus carencias, pero las tiene.
Uno de los mayores déficits del continuo impacto de redes, aplicaciones y plataformas es precisamente la ausencia de tiempo propio, el tiempo de cada persona para cada persona.
Una conexión continua aleja a la infancia de vivir en sus propias contradicciones, en sus propias certezas, en sus propios descubrimientos, en sus propias frustraciones.
La escritura a mano detiene las prisas, la necesidad de una distracción nueva a cada momento, vuelve a conectar nuestras manos con nuestra mente, vuelve a solicitar reflexión y a dar espacio al tiempo de pensamiento. Porque en cada nueva palabra escrita a mano hay una elección libre que abre una senda oculta hasta ese preciso instante de creación.
De esto ya se han dado cuenta las grandes empresas del mundo digital, y de ahí que sea cada vez más ofertada, -en este extraño giro mercantil que ha puesto la oferta por delante de la demanda-, la posibilidad de escribir a mano en dispositivos digitales.
O la capacidad de reconocer la letra escrita a mano con una aplicación sencilla de reconocimiento a partir de una fotografía del texto.
Ayudas pensadas para quienes prefieren continuar utilizando el pensamiento y la elección a través de la escritura manual a incorporar su creatividad y sus pensamientos escritos al estandarizado mundo conectado.
De eso precisamente, de las opciones que la tecnología ofrece a la escritura manual hablaremos en una próxima entrada aquí, en Educación Conectada.