26 mayo, 2025

En el año que cerraba el siglo XIX, el 1900, en España según el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, el índice de analfabetismo de personas entre 10 y 35 años era de un 57%, y de las que estaban entre 35 y 65 era de un 65%.

Pasados sesenta años de diferentes empeños, necesidades, barbaridades y desafíos, España llegó al 16% en la tasa de personas analfabetas. Y desde 1960 hasta hoy, con la implantación decidida de una educación universal y obligatoria, hemos llegado a una cifra inferior al 1%. ¿Es esto un éxito colectivo? ¿Sabemos aprovecharlo?

La flor del cerezo en Japón se la llama sakura, y allí es todo un símbolo.  Un símbolo al que podríamos llamar multisímbolo, puesto que representa tanto la vida como la muerte, tanto la belleza como la violencia, tanto la delicadeza como la fortaleza, tanto lo transitorio como lo renacido.

La flor del cerezo es, como somos cada una de las personas, por más que quieran hacernos creer lo contrario, caleidoscópica.

Para comprender ese abanico de simbolismos es necesario abrir la mente, descubrir sus diferentes aristas, mirarla desde muchos puntos de vista.

El tiempo transcurre y los cambios en el clima hacen que las flores de cerezo de ciudades como Tokio y Kioto florezcan cada año un poco antes.

El tiempo transcurre y los cambios sociales hacen que las personas tengamos que adaptar nuestra floración también, el almacenamiento de nuestros saberes, el desarrollo de nuestras capacidades y el dominio de nuestras competencias.

Volvamos a España, volvamos a las personas. Aumentar el nivel de alfabetización hasta casi el 100% es todo un logro común, ahora bien, es un logro que nos pone en la plataforma de lanzamiento para ir a por nuevos objetivos.

En este momento concreto, no podemos conformarnos con haber conseguido que todo el mundo sea capaz de leer y escribir; porque en este momento, por poner un ejemplo, el nivel de comprensión lectora en España es bajo y está bajando. Comparado con el nivel de comprensión lectora de Japón, Finlandia, Países Bajos o Nueva Zelanda es muy bajo.

El nivel de comprensión lectora en España aparece por debajo de la media de la OCDE y de la Unión Europea en diferentes evaluaciones internacionales

Es muy posible que esto tenga relación directa con que ha descendido el tiempo dedicado a la lectura tradicional y con la explosión de la lectura en dispositivos digitales, con lo que trae aparejada.

Se abre, por lo tanto, un nuevo reto.

La Unesco clasifica como territorio “libre de analfabetismo” a los que reportan tasas inferiores al 5 %.  Así lo tenemos que tomar, son territorios en los que una inmensa mayoría sabe leer y escribir. Sin embrago, igual que el alfabeto griego tiene muchas más letras que las dos primeras, cada persona puede ir mucho más allá de los dos aprendizajes básicos de alfabetización y completarse aumentando sus capacidades.

Las nuevas alfabetizaciones implican a la infancia, a jóvenes y a personas adultas.

Hace un par de décadas empezó a consolidarse la necesidad de considerar tan básicos como la lectura, la escritura (y la aritmética, siempre unida a estas dos habilidades), a otros saberes, y se comenzó a hablar de alfabetizaciones emergentes, y también de alfabetizaciones múltiples.

Y se empezaron a enunciar y a dotar de contenido las alfabetizaciones digital y mediática, y se fueron añadiendo la alfabetización ciudadana, la financiera, la emocional

En los primeros años dos mil se generó debate sobre si el término que se debería utilizar para nombrar estas nuevas necesidades de aprendizaje debía o no ser “alfabetización” (del inglés literacy), si habría que buscar otra terminología para que cuando utilizáramos alfabetizar nos refiriésemos únicamente al aprendizaje de la lectura, la escritura y la aritmética.

Y finalmente se ha convenido en que hay que utilizar alfabetización, sobre todo para dar legitimidad a los nuevos saberes, para que quede claro que son tan importantes como los ya consolidados.

MULTIALFABETIZACIÓN

En Educación Conectada estamos creando recursos para afianzar la multialfabetización, conscientes de que las generaciones que están hoy inmersas en sus años de estudio requieren alfabetización digital, cultural, financiera, de salud y mediática.

En las culturas más tradicionales de Japón, los cerezos en flor también se relacionaban con la agricultura, es muy interesante saber que la palabra sakura une dos conceptos: “sa” que se refería en un origen a un dios de los arrozales y “kura” que venía a significar algo así como un lugar para un dios. Y dotaban a la efímera pero bellísima flor de los cerezos de la capacidad de ser residencia coyuntural para sus deidades. De ahí surgió el culto por esta flor y la ampliación de sus simbolismos.

Una flor que nos sirve como metáfora de nuestras vidas, por descontado efímeras, pero a las que debemos cargar de significado. Vidas que tienen que ser dotadas de la posibilidad de ampliar y expandir su riqueza interior.

Si valoramos el patrimonio profundo de las vidas de los niños y las niñas entendemos que es importante poner esos cimientos en la edad escolar, abriendo la mirada y los horizontes a través de esa alfabetización digital; informacional y mediática, e integrando áreas como la financiera, la salud y la multicultural, para dotar a las generaciones que dentro de muy poco serán adultas de habilidades que les permitan adaptarse a diferentes tipos de entornos, a diferentes tipos de trabajo, al ambiente laboral flexible que van a encontrar y a este mundo cambiante que ya está aquí.

Las nuevas alfabetizaciones implican a la infancia, a jóvenes y a personas adultas

 Y ese es el gran reto actual, el cambio en la visión de la enseñanza y el aprendizaje, mirar hacia esas nuevas alfabetizaciones como nuevas formas culturales sobre las que hay que reflexionar y a las que hay que impartir y conocer en la edad de formación, en las escuelas y fuera de sus fronteras de las aulas (porque las fronteras también en esto se van diluyendo).

Afrontar esas nuevas alfabetizaciones no es, ni mucho menos, subirse al tren de las modas que marcan los mercados, se trata de algo de mucho más calado, se trata de ampliar la cantidad de cultura que las escuelas ponen al alcance de quienes tienen el derecho a recibirla, de quienes tienen el derecho a vivir lejos de la ignorancia: todas las niñas y todos los niños del mundo.

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