11 abril, 2024

En el desarrollo educativo de la etapa 0-6 cabe todo un mundo: los primeros aprendizajes, la creación de bases para el desarrollo cognitivo, las interacciones con iguales, el descubrimiento de los sentidos…

Cinco sentidos que actúan con igual intensidad en el encuentro con la realidad. Cinco sentidos cargados con la energía de la curiosidad.

El desarrollo de la educación en la primera infancia nos permite mirar al pasado con mayor seguridad, estudiar a quienes pusieron las primeras teorías sobre el edificio y reconocer en esas columnas la solidez que en su momento las convirtieron en vigas maestras.

Miremos al futuro con los recursos del presente y afianzándonos en los conocimientos del pasado.

El cestino, el cesto de los tesoros.

La sencillez del planteamiento de esta experiencia tiene detrás miles de horas de observación y estudio. Una actividad ideada para niños y niñas de entre 6 y 12 meses que sirve para estimular su capacidad de descubrimiento, de convertir en juguetes a algunos objetos que no han sido diseñados para serlo.

En un cestino cabe un cazo, una cadena, un colador, un trapo, un almirez, un cepillo, un molde para magdalenas, una lija… elementos cotidianos seleccionados por su capacidad de despertar la curiosidad, con diferentes texturas y materiales para que sean manipulados y descubiertos por las niñas y los niños, y que lo hagan empleando en ese descubrimiento los cinco sentidos.

De la curiosidad por los objetos se llega a la exploración, al interés por desentrañar la realidad, a la concentración en algo concreto, y en ese momento comienza, de manera muy firme, la construcción intelectual.

Enseñanzas que nos llegan de las teorías de María Montessori y de su modelo educativo, y también de las bases que sentó el pedagogo Friedrich Froebel, el creador del primer Kindergarten (Jardín de infancia), que fundamentó su metodología, entre otras cosas, en la utilización de materiales susceptibles de ser manipulados durante los primeros años de vida. Convirtiendo así a las niñas y los niños en agentes activos de su desarrollo a través de la interacción con elementos de la naturaleza y de la vida cotidiana.

Froebel descubrió que a lo cognitivo se llega a través de lo manipulativo.

Y a partir de esa base diseñada por grandes figuras de la pedagogía se ha desarrollado la educación infantil en sus distintas etapas, cuidando que el crecimiento vaya unido al descubrimiento.

Descubrir el mundo oliendo la naturaleza, escuchando los diferentes reclamos de los seres vivos, gustando los sabores, viendo los colores y tocando; tocando todo aquello que encuentran en su andadura.

¿Es la vida un cestino?

Podemos imaginar que esos primeros años de relación con el entorno, las personas adultas responsables a su cargo, ponemos al alcance de los niños y niñas un gigantesco cestino, un cesto de los tesoros en el que pueden encontrar miles de estímulos para su crecimiento intelectual a través de la exploración sensorial.

Esa responsabilidad asumida como educadores y educadoras nos lleva a preguntarnos dónde están los límites. Qué corresponde poner al alcance de sus manos y qué cosas pueden esperar.

¿Es Guerra y Paz un mal libro?

Evidentemente y a juicio de millones de personas, es una cumbre de la literatura universal. Sin embargo, no se lo daríamos a leer a una niña o a un niño de siete años, por muy bien que haya aprendido la habilidad de transformar las letras en palabras y éstas en oraciones comprensibles.

la manipulación de objetos y la relación con el entorno natural, desarrolla la creatividad y entrena la atención.

Tampoco les pondríamos delante de una película como El Padrino, aunque se considere una joya del séptimo arte. No es que sean obras inadecuadas para la educación o el entretenimiento en sí mismas, es que pueden no serlo en función del momento elegido para enfrentarse a ellas.

Por eso es importante preguntarse si debería haber un móvil o una tablet en el cestino, si en ese cesto de los tesoros de la primera infancia es necesaria la incorporación de la tecnología.

Una de las preguntas más recurrentes de madres y padres es: ¿Cuál es la edad idónea para comenzar a incorporar el uso de las tecnologías en la fase 0-6?

La respuesta no es sencilla, y lleva unida conceptos con matices negativos como riesgo (hay quien lo llama peligro), exposición excesiva, ineficacia pedagógica, falta de utilidad, sobreestimulación, y otros positivos como acompañamiento, objetivos de aprendizaje, estimulación temprana…

El juego heurístico; la manipulación de objetos y la relación con el entorno natural, desarrolla la creatividad, afianza las nociones espaciales, desarrolla las habilidades motoras y propioceptivas, amplía la comunicación con iguales, amplifica la intuición matemática, el sentido del orden y del desorden, desarrolla la concentración y entrena la atención.

¿Puede hacer esto un dispositivo tecnológico en esas edades?

En el mundo de la pedagogía se está buscando un consenso sobre este tema. Hay uno generalizado con respecto a la incorporación en la fase 0-2. En estos dos primeros años de vida, la recomendación más extendida es la de cero pantallas. La OMS en su portal digital dice: Los bebés menores de dos años no deben mirar ni utilizar pantallas, y cuando superan esa edad, no usar dispositivos más de una hora por día. “Si es menos, mejor”.

De modo que después de los dos años, y poniendo el horizonte en la educación primaria, en la que se encontrarán con la ayuda de la tecnología, es cuando hay que ir incorporando el conocimiento sobre la existencia y la utilidad de los diferentes dispositivos y sus utilidades, teniendo en cuenta siempre, que resulten instrumento de aprendizaje y que accedan a ellos con todo el acompañamiento que precisa esta incorporación.

Tomarlo como una parte más del desarrollo teniendo en cuenta estas tres ideas ya contrastadas:

  • La educación tiene que tener una función compensatoria de lo que impone la cotidianeidad. A la sobreexposición a las pantallas en la infancia hay que buscar la compensación del juego social, de la experimentación sensorial en la naturaleza, de la manipulación de materiales y objetos no tecnológicos.
  • Las niñas y los niños necesitan manipular para su desarrollo intelectual y físico. Las percepciones sensoriales son vitales para el aprendizaje. Si se involucran en la manipulación, presentarán mejor rendimiento en tareas de concepción espacial y matemática, y tendrán un pensamiento más crítico y creativo.
  • El uso excesivo de tecnología puede tener algunos efectos negativos. Efectos como alteraciones en el sueño, ralentización de su evolución socioemocional, disminución del interés por el desarrollo del lenguaje y también de la necesidad de empatía.

Una idea general que sirve para toda esta etapa de infantil: No pasa nada por esperar. No hay prisa en la incorporación de tecnología, muchísima menos (o ninguna) en la incorporación de dispositivos conectados.

La utilización de la tecnología elimina, de primeras, los sentidos del olfato y del gusto, limita en extremo el del tacto, y desincentiva la curiosidad de los sentidos del oído y de la vista, puesto que todo lo sirve “cocinado”, dirigido y sin solicitud de interacción.

María Montessori, citada en los primeros párrafos de este texto, descubrió que de 0 a 3 años el espíritu humano es absorbente, y busca, ante todo, experiencias multisensoriales. Entre el primer año y los 4 aparecen la coordinación física y el control del aparato motor, entre los 2 y los 4 surge el interés por la utilización de materiales de manera estratégica para descubrir la realidad que nos rodea, y entre los 4 y los 6 se encamina hacia una de las fases educativas más apasionantes, la que hemos convenido en llamar “educación primaria”.

Será en ese momento de maduración cuando merezca mucho la pena conocer cómo, cuánto, dónde y cuándo conviene incorporar la tecnología a su desarrollo y formación.

Por supuesto, lo contaremos próximamente en Educación Conectada.

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