Un curioso estudio realizado en los primeros años de este siglo demostró que en Alemania la movilidad articular en los hombros en un salto de dos generaciones había disminuido en un 11%. Es decir, que un niño, una niña del año 2000 tenía un 11% menos de movilidad en los hombros que sus abuelos y abuelas cuando eran pequeños.
¿Razones? Evidentemente no nos vale la teoría lamarckiana de la evolución de la especie. más bien hay que mirar al sedentarismo, a las maquinitas (entonces se llamaban así), las prohibiciones de subirse a los árboles, a las rocas, la ausencia de necesidad de hacer trabajos físicos… esas cosas. Es decir, las costumbres a las que se había adaptado la infancia. La generación de los 2000 en Alemania se adaptaba a un medio y a unas costumbres diferente que la de los años 30 del siglo XX.
Esto da que pensar: si se ha podido medir la mengua de esa capacidad humana, ¿no es posible que nos esté pasando también con otras capacidades? ¿no estaremos también perdiendo capacidades de pensamiento? ¿o tal vez estemos ganando capacidad de almacenar conocimiento o de razonar correctamente?
Analizando los cambios que se han producido en el modo de pensar desde que los medios audiovisuales y digitales han copado la vida de los niños y las niñas, podemos asegurar que efectivamente las personas jóvenes hoy piensan de manera muy diferente a como pensaban sus abuelos y abuelas cuando tenían su edad.
No se entienda ese “pensar diferente” referido solo a las conclusiones finales de los pensamientos -que en muchos casos pueden ser muy parecidas-, sino a la manera de llegar a ellas, al proceso mental, al metapensamiento; a cómo piensan sobre su pensamiento, a cuáles son los mecanismos que han entrenado primero y luego puesto en práctica para llegar a una conclusión
Nos centramos hora en la llamada alfabetización mediática para enfrentarse al conocimiento de la actualidad, desde un proceso interesante y útil, el del pensamiento crítico.
Valorando dos cosas, por un lado, si lo que captamos nos llega una vez pasado por los filtros y contrastes suficientes, y si somos capaces de matizarlo y filtrarlo en nuestro cerebro para llegar a una conclusión individual y personal por otro.
Para desarrollar el pensamiento crítico, y con él adentrarnos en la alfabetización mediática hacen falta algunas habilidades básicas, incorporar estrategias de pensamiento y desarrollar destrezas metacognitivas.
Análisis en tiempo de sobrecarga
Vivimos en un mundo donde la sobrecarga informativa es cada vez mayor, y eso hace que cada día sea más complicado detectar cual es la información importante a la que deberíamos hacer caso. En este ambiente aparece lo que hemos quedado en llamar desinformación.
La desinformación es un concepto muy actual, que en realidad es un concepto antiguo al que hemos dado la vuelta, porque antes la desinformación se obtenía simplemente no informándose, no escuchabas al pregonero ni leías la prensa ni las noticias en la radio o la televisión y ya estaba, estabas desinformado o desinformada.
Ahora se ha dado la vuelta al concepto y con las redes sociales y los dispositivos conectados permanentemente resulta que es el exceso de impactos informativos y la naturaleza de alguno de esos impactos lo que nos llevan a la desinformación actual, curioso.
Además, la posibilidad de enviar y recibir informaciones falsas también se ha multiplicado por mil, lo que nos lleva a darle al concepto de desinformación también el contendió del término inglés misinformation.
Hay tres conceptos afianzándose en este momento, misinformation, malinformation y disinformation, que no son otra cosa que la información manipulada, la mala información y la información falsa. Esto está ahí, amenazando a nuestra confianza.
Y eso, lejos de dar mucho miedo, como podemos oír cada día, en realidad, ésta súpercapacidad de informar es una oportunidad para mejorar el día a día de nuestras vidas.
Pensamiento crítico, primer paso hacia la alfabetización mediática
El pensamiento crítico es la facultad de pensar sobre lo que se está pensando, es la habilidad de pensar sobre el propio pensamiento con el fin de mejorarlo, volverlo más claro, más exacto o acertado.
En Canadá, Estados Unidos e Inglaterra se empezó a generar esta corriente a mediados de los años setenta del siglo pasado, buscando nuevos modos que cambiasen la manera tradicional de enseñar y aprender en la formación universitaria.
Una alternativa educativa que promueve lo que se vino a llamar pensamiento Crítico (Critical Thinking). Uno de los primeros filósofos en usar la Expresión “Critical Thinking” fue Max Black (1946). Otra terminología especialmente interesante es Clear thinkIng. Pensamiento claro. Se dejó de utilizar y se impuso el adjetivo “crítico”, que en nuestro idioma tiene un componente polisémico que no facilita la comprensión intuitiva del término.
Para desarrollar el pensamiento crítico, y con él adentrarnos en la alfabetización mediática nos hacen falta unas cuantas habilidades básicas (analizar, deducir, comparar, clasificar, sintetizar), tenemos, además, que incorporar estrategias de pensamiento (resolución de problemas, toma de decisiones, formación de conceptos, pensamiento creativo), y otra cosa no menos importante, desarrollar destrezas metacognitivas (operaciones de planeación, vigilancia y evaluación).
Y todo esto sin perder de vista que nuestro pensamiento crítico tiene mucho más valor si se suma al pensamiento crítico de quienes nos rodean, porque lejos de lo que desde muchos espacios nos quieren hacer creer, el pluralismo es una riqueza. La suma de visiones ofrece una visión mejorada de las cosas si esas visiones provienen del pensamiento crítico.
Un proceso natural
Este es un proceso de lo más natural: los niños y las niñas preguntan mucho, quieren entenderlo todo, durante la infancia recurrimos a nuestros padres, madres, y a otras personas adultas de referencia…
¿Por qué no hacerlo a medida que crecemos? ¿Por qué dejamos de preguntar a la gente que sabe de verdad sobre algo cómo discriminar lo que nos es útil de lo que no? ¿Contamos con personas expertas en las que confiamos?
En el mundo de la comunicación digital hay poco espacio para el pensamiento crítico y demasiado para el análisis efectista: cuanto más rápido y más ingenioso eres en las redes, más éxito tienes. Y eso es una pequeña calamidad a la que tendríamos que aplicar índices de corrección cuanto antes.
La desinformación es un concepto muy actual, que en realidad es un concepto antiguo al que hemos dado la vuelta
Lo que hoy sucede es que a tiempo real podemos estar en donde está la noticia y se nos pasa incorporar contexto a eso que vemos.
“Inmediato” es una palabra clave del mundo de la revolución digital en el que estamos inmersos. Queremos todas las respuestas ya, como las queríamos en la infancia, pero en lugar de acudir a quienes conocen de verdad el fondo de los asuntos, creemos lo primero que encontramos en Internet. No conformarse con lo primero que encontramos, esa es la clave.
Esto y no otra cosa es la alfabetización mediática
Conocer las fuentes, dominar los sesgos, contrastar las noticias, aprender a detectar bulos, confiar en quien merece crédito, distinguir entre información y opinión, incorporar matices a cualquier testimonio, venga de donde venga.
Y pensar y opinar con un criterio propio derivado del desarrollo del pensamiento crítico individual.