12 julio, 2022

¿Cuándo dan los primeros pasos? ¿Cuándo pueden empezar a incorporar determinados alimentos en sus dietas? ¿Cuándo empiezan a hablar? ¿Cuándo comienzan a leer? ¿y a escribir? ¿Cuándo empiezan a realizar operaciones matemáticas básicas? ¿Cuándo pueden utilizar bolígrafo? ¿Cuándo pueden empezar a participar en competiciones deportivas? ¿Cuándo pueden utilizar el transporte público sin compañía? ¿Cuándo tienen suficiente madurez como para tener una cuenta corriente? ¿Cuándo pueden decidir sobre sus consumos? ¿Cuándo pueden votar?…

La vida infantil y adolescente es un proceso lineal de transformaciones y conquistas, parece que podría resumirse en la consecución de logros y pasos en busca de la autonomía y la independencia.

En el capítulo de los hitos en el camino del crecimiento se ha ganado un puesto de privilegio uno que, mirado desde una perspectiva amplia, no parecería tan importante como otros de rango superior a los que, sin embargo, se les otorga una importancia menor.

¿Cuál es la edad en la que puede tener su primer móvil?

Realmente la pregunta debería ir enunciada de manera similar a como nos hacemos las preguntas para otros hitos del camino. No se nos ocurriría asegurar que cualquier niña o niño de seis años es capaz de escribir una redacción porque “ya tiene edad” para la lectoescritura.

Entendemos perfectamente que cada persona requiere de una evolución emocional, física, social, para afrontar cada paso a dar en el camino del aprendizaje. Y entendemos (al menos la mayoría lo entendemos así), que esas evoluciones son individuales y obedecen al recorrido vital de cada persona.

¿Es diferente con un móvil?

No, no lo es.

La edad ideal para que un niño o una niña tenga su propio dispositivo telefónico móvil no existe. No, al menos, como una pauta general. Y tampoco existen patrones generales sobre cómo iniciar esa posesión y ese uso del teléfono móvil.

Además, a este cambio o logro o como queramos llamarlo, se le ha dado un valor social que supera con mucho el que debería tener, lo que añade algunas cargas suplementarias a la decisión de las familias.

Un niño o una niña que disfruta de su mundo real no necesitará para ser feliz nada al otro lado de una pantalla, y utilizará las tecnologías como complemento y ayuda.

 

¿Para qué?

Ésta es una pregunta clave: ¿Para qué necesitas un móvil? Porque si lo necesitas para poder comunicarte con tu familia en momentos concretos, tal vez deberías utilizarlo sólo para eso.

Entonces se valoraría el móvil como un objeto de gran utilidad y esa sería su función en el momento en que la niña o el niño llegasen a una madurez suficiente y a una situación vital en la que necesite esa posibilidad de llamar y recibir llamadas de su entorno más cercano.

En nuestro país el 69% de los niños y niñas de entre 10 y 15 años tenían móvil el año pasado

¿Las llamadas no son suficiente?

En este momento en el que parece que a la actual generación adolescente les produce urticaria utilizar el teléfono como se utilizaba tradicionalmente, para mantener conversaciones, y se priman las aplicaciones de mensajería instantánea, incluso, sorprendentemente, para dejar mensajes de voz, parece que ese primer móvil también debería ir dotado de esa posibilidad. Llamar y recibir llamadas y enviar y recibir mensajes.

¿Algo más?

Si tenemos en cuenta que la gran mayoría de menores que tienen dispositivo móvil telefónico tiene además la opción de conectarse a internet en otros dispositivos, la necesidad de un navegador en el teléfono parece innecesaria. Mucho más la de un navegador sin ningún límite de acceso, ni temporal ni de contenidos.

 

Pero vayamos a los datos y aportemos algo de contexto y valoración:

En nuestro país, según un informe de Unicef, el 69% de los niños y niñas de entre 10 y 15 años tenían móvil el año pasado, y la edad media en la que esos niños y niñas recibieron su primer móvil ya está por debajo de los 11 años.

Por debajo de los 11 años. Ese es un dato interesante sobre todo si la pregunta que nos hacemos es ¿Para qué?

Claro que también hay que tener en cuenta que para que la media sean esos 11 años, hay niños y niñas que han recibido su primer móvil a los 6.

A los 6 años, la edad entorno a la cual la mayoría va iniciándose en la lectoescritura.

A estos datos conviene añadir otros dos que están relacionados y ayudan a la hora de tomar decisiones: uno de cada tres adolescentes está enganchado a internet y a redes sociales, y uno de cada tres utilizan internet más de cinco horas al día, y lo hacen a costa de otras actividades más importantes para su desarrollo, como estudiar o descansar o construir lazos con sus familiares y amistades.

¿Es un móvil un dispositivo adecuado para la educación?

Hay quien argumenta que un Smartphone no es adecuado para las edades comprendidas entre los 0 y los 13 años, y que un dispositivo que permita llamadas y mensajes, a partir de los 11 o 12 y hasta los 14 o 15 es más indicado, si es necesario, como apoyo en el día a día de la familia.

Si disfruta de su mundo real no necesitará para ser feliz nada al otro lado de una pantalla

¿Cómo se valora la madurez para tener un primer móvil?

Hay algunas fórmulas útiles para hacerlo.

Siempre hay que tener en cuenta la opinión de la persona, hay muchos niños y niñas que no tienen el menor interés en tener móvil, y, sin embargo, se les da, por convencionalismos y presiones sociales.

Por otro lado, pensando en quienes sí quieren tener su primer móvil, si son capaces de ir llegando a acuerdos sobre el uso, si son capaces de entender para qué sirve, para qué lo tiene que utilizar y para qué no. Si son capaces de comprometerse a cumplir y aceptar las normas de uso, (que pueden incluso ser pactadas), entonces es muy posible que tengan suficiente madurez.

Si no son capaces de aceptarlas y evidentemente valoran el móvil como un juguete o un entretenimiento más, lo mejor es dejarlo para más adelante. Para esto, como para casi cualquier avance en su autonomía y maduración, las prisas no son buenas consejeras.

El gran reto es educarles en el convencimiento de que las pantallas no son la única fuente de diversión ni de relación.

Un niño o una niña que disfruta de su mundo real no necesitará para ser feliz nada al otro lado de una pantalla, y utilizará las tecnologías como complemento y ayuda, tendrá una visión utilitarista de los dispositivos, y desarrollará ampliamente las capacidades de relación, atención, concentración, empatía, control del espacio, control del cuerpo… y se preguntará una y otra vez para qué necesita todo lo demás.

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