La vida está llena de situaciones injustas y arbitrarias. Las razones por las que ocurren son, simplemente, una sinrazón, ya que no parece que haya necesariamente un argumento lógico que las sustente. Tal y como sucedía cuando éramos pequeños, en que un compañero o compañera de clase simplemente no te “ajuntaba” porque no le gustaba tu cara, o no le resultábamos suficientemente divertidos o, simplemente, nos tenía envidia, la injusticia es así: arbitraria. Si se basa en alguna cuestión “remediable”, muchos intentaríamos solventarla para alcanzar una situación más justa. Pero… ¿y si estuviera asociada a algo tan nuestro, tan difícilmente variable como nuestro propio género, al hecho de ser hombre o mujer?

¿Qué sentirías en ese caso?

¿Alguna vez has tenido que sufrir alguna clase de exclusión o injusticia por esta razón?

¿Crees que merece la pena trabajar para que esto cambie?

En caso afirmativo, ¿cómo podría hacerse?

En los vídeos se pueden ver cómo unas cuantas personas se encuentran con una sorpresa que no esperaban y que tiene difícil arreglo: son excluidos por motivos injustos y difícilmente modificables. ¿Cómo reaccionarán ellos? ¿Y si un día fueras tú?

¿Qué podemos trabajar con este audiovisual?

A continuación se presenta una actividad para realizar en grupo a partir de los vídeos planteados.

Comenzamos la actividad proponiendo un juego. Se trata de dividir el grupo en dos grupos y pedirles que se acerquen por turnos e individualmente en representación de su equipo a la mesa donde está el educador. Al llegar, han de escribir una palabra en un papel y entregársela. El educador la leerá y le otorgará al grupo un punto o no en función, no tanto del contenido del papel, sino del color de ojos de la persona que lo entregó (p.e. las personas que tengan los ojos azules se llevarán punto y los que no, no), AUNQUE ESO LOS PARTICIPANTES NO DEBEN SABERLO.

Mientras dure el juego, han de intentar descubrir cuál es el criterio que usa el profesor para asignar los puntos. De hecho, al intentarlo intentarán adaptarse y cumplir ese criterio. Lo que probablemente no intuirán es que es algo tan arbitrario como el color de sus ojos.

Dedicaremos unos minutos al juego hasta que, pasado ese tiempo, se les pueda revelar la “lógica” subyacente: que puedan haber vivido, de una manera muy suave, la desigualdad y la arbitrariedad con la que ésta suele funcionar. De hecho, probablemente lo que más les moleste es que, desde el primer momento del juego, no tenían verdaderamente ninguna posibilidad de revertir su “destino” en la actividad, ya que es una característica difícilmente modificable.

A partir de ese momento puede hacerse fácilmente la generalización al ámbito de las desigualdades asociadas al género, también absolutamente arbitrarias e injustas, asociadas a elementos definitorios de quiénes somos, pero que muchas veces no nos duelen lo suficiente hasta que no nos “atacan” en carne propia.

Introducimos los dos anuncios que usaremos para esta actividad, en que un grupo de personas se ven sometidas, sin preverlo y ante su total estupor, a una serie de situaciones de injusticia que parecen no tener ni ton, ni son. En este caso, se trata de representar lo que sufren muchas mujeres ante el pago desigual por sus trabajos o su actividad, al margen de su formación o puesto, incluso. Visualizar los vídeos e intercambiar impresiones sobre ello considerando las siguientes cuestiones:

Ante las muchas situaciones que se producen alrededor nuestro en esa línea que se muestra en los anuncios, hay quien se indigna, hay quien asume que “esto es lo que hay” así, sin más, hay quien pasa directamente, porque no parece incumbirle directamente… En un sentido todos podemos ser así, como este último individuo que observa sin implicarse, ya que nuestra sensibilidad hacia la injusticia demasiado frecuentemente depende de si el dolor lo sentimos nosotros o no. De hecho, casi siempre somos mucho más sensibles hacia nuestro propio dolor o hacia las desigualdades que se producen sobre nosotros, que hacia las de los demás.

A continuación se presentan una serie de preguntas que pueden facilitar el debate:

¿Cómo soléis reaccionar vosotros ante la injusticia?

¿Cuál creéis que hubiera sido vuestra reacción si hubierais sido una de las “víctimas” del vídeo?

¿Pensáis que el vídeo refleja verdaderamente toda la injusticia de lo que este asunto del pago desigual supone para muchas mujeres? (Por ejemplo, en el vídeo sobre el cajero, se comenta que después del experimento en realidad los hombres que lo sufrieron no tuvieron verdadera pérdida económica). ¿Cómo sería para ellos si verdaderamente les hubiera supuesto perder una cierta cantidad de dinero?

¿Cómo pensáis que se han sentido al descubrir que la verdadera razón del pago desigual es que son hombres, razón que no se puede evitar?

¿Podéis pensar en situaciones que conozcáis en las que las mujeres sufren desigualdad del tipo que sea por el simple hecho de serlo? (Aquí en nuestro país y fuera. Por ejemplo, acceso a la educación, a oportunidades, inestabilidad laboral por lo que implica la posibilidad de ser madres, dificultades para acceder a puestos de responsabilidad…).