28 enero, 2013

Imagino este blog como un camino. Me gusta mucho esa metáfora de hacer camino juntos, charlando, compartiendo, debatiendo, parando, tomándonos “un algo”. El camino que recorremos cuando hablamos del voluntariado y el emprendimiento social nos lleva a las fronteras de la educación. Nos sitúa en marcos muchas veces fuera del estricto currículo, nos habla de otras metodologías y saberes, nos pone en contacto con otras disciplinas…
Creo que sólo los docentes antifrágiles son capaces de abordar temas de voluntariado y emprendimiento. Y también creo que trabajar en clase desde las perspectivas que estos temas representan es un apoyo inestimable para lograr los objetivos académicos. ¿Por qué?

Me admiran los “profes” que al llegar a casa bucean en blogs, wikis, libros, documentales… buscando estrategias, ideas… en definitiva, saberes que ayuden a mejorar los aprendizajes de sus alumnos. Podrían ser una minoría pero conozco a muchos y muchas. Me asombran, sobre todo, porque después de la dura “batalla” de la clase, donde han desplegado todas sus artes, usan su tiempo personal más allá de lo que marca un contrato… ¿están motivados?… Creo que mucho más que eso… son personas que se mueven en la frontera entre la zona de lo posible, o lo que ha funcionado y la zona de lo no-posible representada por ideas y procedimientos nuevos y no testados suficientemente.

Tienen estos docentes cualidades que les permiten manejar la frontera entre el éxito y el fiasco: intuición, sentido común, capacidad de trabajar en equipo y aceptación del riesgo. Trabajar cerca de la frontera es arriesgado por definición, porque no nos gusta la incertidumbre y en muchos casos el fracaso. Además está la presión del currículo, del departamento, de nuestros compañeros, de los padres que en muchos casos…

La “frontera” nos enseña a ser capaces de utilizar las dificultades para mejorar y aprovecharlas en nuestro favor. En este punto quiero traer a Nassim Taleb, un pensador libanés, que ha bautizado a este tipo de personas como los “antifrágiles”. Para él la antifragilidad es el secreto para tener éxito en un mundo lleno de incertidumbres porque, en definitiva, es la forma en que actúa la naturaleza, con mutaciones aleatorias.

La educación de hoy, más allá de la situación a la que quiere devolvernos la dudosa LOMCE, requiere de docentes cuyos conocimientos no vengan únicamente del mundo académico, también de la escuela de vida, de las experiencias vitales, de lo vivido. La antifragilidad nos habla de personas más conversadoras que conservadoras, personas en mudanza, personas que prefieren el largo plazo a la inmediatez… Ya sabemos que en la educación no hay guiones cerrados, y que como cualquier arte supone improvisación, adaptación y tesón ante el impredecible alumnado. Ensayo y error mejor que recetas cerradas. Cocina creativa en vez de Thermomix.

Y es aquí donde volvemos al principio recordando lo interesante y productivo que es introducir estos temas en clase. Surge otra pregunta, ¿se puede trabajar en primaria temas de voluntariado?… claro que sí… ¿cómo? Ya tenemos tema para el siguiente  post