28 julio, 2013

Hoy en día es bastante común oír hablar de empoderamiento, de motivación conjunta y de técnicas de comunicación que acaban construyendo identidades colectivas. Lo más curioso es que muchos de esos métodos son utilizados en nuestras clases, y, en muchas ocasiones, no somos conscientes de la fuerza que tienen y de la cantidad de posibilidades que nos están abriendo a diario. 

Cuando conseguimos que nuestros alumnos se sientan capaces de poner en marcha sus propias estrategias de aprendizaje con éxito, avanzamos mediante una metodología donde los estudiantes buscan en sus compañeros a sus principales aliados. Es cierto que allí está el docente guiándoles, pero no es menos cierto que el resto del alumnado contribuye, de forma decisiva, a poner en marcha todo el engranaje del proceso. Construir algo entre todos es la mejor manera de compartir algo común. Y también la fórmula para lograr que la convivencia entre ellos mejore.

Me gustaría traerles hasta aquí una conferencia breve que les recomiendo a todos. Habla sobre una escuela en la India que comenzó un proceso similar al que estoy intentando contarles. Una historia donde los estudiantes aprendían, gracias al estímulo de sus docentes, a creer en sí mismos y en sus posibilidades. Poco después estaban poniendo en marcha propuestas que influían, de una forma decisiva, en la sociedad. No sólo dentro del ámbito educativo, sino en las diversas facetas que forman parte de nuestra existencia cotidiana. Además, y esto es lo más importante, lo hicieron siguiendo dos estrategias que me parecen decisivas en cualquier proyecto así: disfrutar de lo que hacen y contagiar su entusiasmo.Y todo desde unas actividades, dirigidas por sus docentes, a través de las que pueden comprender la situación de otros niños y niñas de la India. Después de haber comprendido, sólo cabe hacerse la pregunta: ¿Qué puedo hacer? Luego, la pregunta es: ¿Qué podemos hacer? Y por último, por supuesto, comenzar a construir una respuesta entre todos. Una respuesta que nos permita actuar de inmediato.

Les recomiendo encarecidamente que lo vean:
http://www.ted.com/talks/kiran_bir_sethi_teaches_kids_to_take_charge.html

La puesta en marcha de este tipo de proyectos funciona particularmente bien por contagio, por eso, en muchas ocasiones, pongo de relieve la necesidad de establecer estructuras de coordinación y cooperación entre los diferentes centros docentes. No únicamente para compartir recursos, documentos y aprendizajes. También para poner en marcha proyectos comunes. Sólo así es posible hacer, de diversas iniciativas, puntos de reflexión para nuestra práctica docente. Es cierto que tenemos la posibilidad de asistir a cursos, conferencias y leer artículos. Pero somos docentes y valoramos la práctica. Y creo, sinceramente, que no hay nada mejor que probar y compartir propuestas nuevas para abrir más caminos en nuestro trabajo pedagógico.

Actividades como las que habéis podido ver en el vídeo, no sólo pueden mejorar la inteligencia emocional de los estudiantes, no sólo les enseñan a creer en sí mismos. Enseñan a creer en sí misma a toda la sociedad.

A lo largo de los diferentes artículos, he hablado, en muchas ocasiones, sobre como una única iniciativa puede cambiar por completo la convivencia en un centro, así como la percepción que tienen los estudiantes del profesorado, de la institución y del sistema educativo. La realidad es que vivimos en un mundo interconectado, donde es posible hacer que una propuesta se convierta en algo viral para varios centros diferentes. Muchas de las más importantes mejoras que se han producido en educación, han salido de la experimentación de un grupo de profesores y profesoras. Porque nuestro trabajo, el esfuerzo a pie de aula, es el que hace avanzar, de forma humana, a la sociedad. Y cualquier mejora, por insignificante que parezca, tiene su repercusión en la comunidad educativa.

Dentro de las diferentes áreas en las que trabajamos en los centros, nos hemos preocupado por los contenidos, pero todavía no le damos una suficiente importancia a los procesos. Hemos vuelto a pensar que mantener una cierta disciplina, con una justa participación, es el ámbito más adecuado para el avance de nuestros estudiantes, pero si aquí no introducimos la importancia de la convivencia, de la colaboración mutua y de la responsabilidad compartida, no sólo estaremos retrasando la adquisición de una serie de valores, también estaremos, por encima de todo, privando a nuestros estudiantes de un conjunto de herramientas básicas para su futuro. Porque cuanto más pequeño se hace el mundo (y la tecnología lo está haciendo cada vez más cercano), más importante será convivir y colaborar. Cuánto más se parcelen las actividades humanas, más necesario será tener ciudadanos capaces de compartir su esfuerzo y sus intereses. Por esa razón, la convivencia debe ser tan importante dentro del trabajo que hacemos en el aula, y, por eso, propuestas como la que hemos visto hoy, pueden tener más importancia educativa que cualquier contenido de cualquier área.

Enseñemos a nuestros estudiantes que tienen la posibilidad de cambiar el mundo. Y el mundo cambiará.