Una manera de tomar la delantera al deseo de emancipación de un adolescente es invitarle a que empiece a hacerlo antes de que nos lo exija por las bravas. La emancipación permite acceder a un estado de autonomía tras liberarse de la sujeción previa a una autoridad de la que se dependía, y nadie como nosotros los profesores y los padres sabemos lo que significa descubrir a esas edades de los alumnos e hijos lo que es tener algo así como un “enemigo en casa” que nos reclama que le soltemos las cadenas que lo aprisionan. De acuerdo, he exagerado un poco, digamos más bien percatarnos de que ese hijo antes sumiso y fiel seguidor de nuestras indicaciones, amén de alumno jovial que sabía que lo suyo era hacernos caso… se ha vuelto respondón y quiere ser él quien de ahora en adelante decida cuáles serán sus pautas de pensamiento y conducta. Ya no levanta el dedo en clase para preguntar sin más, sino que lo hace para poner en cuestión lo que le vayamos a responder, sea lo que sea, y por mucho que pretendamos convencerle, será él o ella quien se empeñe en decir la última palabra. Ha empezado la batalla por la emancipación, una contienda en la que suele haber escaramuzas varias: enfrentamientos, oposiciones, rebeldías, discusiones, portazos, debates y polémicas. La cuestión, no obstante, es ver si se le puede quitar hierro lo más posible a este proceso de descolonización, siendo los educadores los primeros en plantearles que ya va siendo hora de que empiecen a manejarse por sí solos. ¡La metrópoli abanderando el proceso de independencia!
No es una idea descabellada porque no se trata de abrirles la puerta y darles una patada para que se busquen ellos solitos la vida. Consiste más bien en empezar a soltar la correa procurando que descubran mejor, sin gastar pólvora en salvas, cómo hacerse autónomos. Todo empieza por hacer que se respondan a la fundamental cuestión de cómo se lideran a sí mismos, es decir, que echen un vistazo atento a cómo se alinean consigo mismos, cómo se las apañan habitualmente, y para eso deberán mirar hacia dentro y observar cuáles son sus patrones, qué motores están utilizando, cuáles son sus hábitos y rutinas principales, etc., porque para ser autónomo hay que conocer ante todo cómo funciona la maquinaria del coche o del cohete con el que quieren irse para ser más independientes.
Para facilitarles esta inspección primordial, este repaso personal de aquello con lo que cuentan de partida para embarcarse en el proceso de emancipación, se les puede mostrar un mapa de auto-análisis que recoge las cinco tendencias o drivers (Kahler) más comunes, las que más suelen motivarnos a la hora de administrarnos o conducirnos en nuestra vida diaria. Son pautas de acción importantes que nos sirven de guía, pero que si no están dosificadas debidamente se corre el peligro de que hagan fracasar cualquier proceso de emancipación.
- La primera es la que dice Sé perfecto. Esta tendencia de acción es una pauta que nos indica que debemos ser estupendos y correctos siempre y que uno debe triunfar en todo lo que se proponga logrando las mejores marcas. En este caso el alumno adolescente debe analizar el grado de exigencia con que se plantea y se va a plantear el modo en que va a encarar sus objetivos, porque necesita aquilatarlos con el nivel de sus capacidades.
- La segunda es Complace a los demás. Esta tendencia nos señala que se debe actuar para que los demás estén bien olvidándose de uno mismo. Estar pendiente sólo de los demás y de su aprobación (presión de grupo, etc.) resulta limitante de la propia autonomía, por lo que al hacer el análisis correspondiente tendrá que elegir el grado de independencia que deberá hacer prevalecer sobre las demandas que le hagan el resto de las personas.
- La tercera es Date prisa. Es el reclamo para acelerar el paso porque parece que hay mucho que hacer y muy poco tiempo disponible. En la posición extrema nos dice que conviene hacer varias cosas a la vez, ser impaciente y exigir ese mismo ritmo a los demás. Una orientación más ajustada plantearía saber conceder a cada cosa el tiempo que se merece, actuar sin atropellar y sin atropellarse.
- La cuarta es Esfuérzate. Es la llamada a no estar nunca satisfecho con lo que uno ha hecho, a mejorar sin descanso aunque se acabe extenuado, reclamando a los demás el mismo nivel de esfuerzo ilimitado que uno está dispuesto a hacer. El adolescente que vivencia la búsqueda de la excelencia o la originalidad en términos tan ilimitados puede caer en la desazón permanente o en el desprecio de quienes no siguen su ritmo extenuante.
- La quinta es Sé fuerte, no muestres debilidad, actúa siempre con gran disciplina para ser lo más invulnerable posible. En estado puro esta tendencia incluye no mostrar las propias emociones, pero sí el ayudar a los demás aunque uno no se ayude a sí mismo para demostrar que no se necesita. Esconder la parte emocional para aparentar mayor independencia es un error frecuente de los adolescentes que están pensando cómo separarse de su etapa anterior, en la que eran más abiertos y emocionalmente accesibles.
Estas tendencias son efectivas en dosis razonables, deben poder ser cumplidas no de forma agresiva sino con asertividad y además han de tener coherencia y servirles para mantener su autoestima. Siempre hay alguna tendencia que predomina, por lo que se puede rematar este estudio especial que les ayuda a prepararse en su proceso personal de emancipación invitándoles a que se hagan esta última pregunta: ¿para qué? Es decir, que elijan cómo atenerse a esas pautas buscando estar en armonía con los valores personales que hayan ido sedimentando a lo largo de su vida. Esa coherencia les permitirá guiarse con una mayor seguridad y sin tanta precipitación en su proceso de ser más autónomos.