Algo tan elemental como un mostrador informativo a la altura de visitantes de baja estatura o en silla de ruedas, o como una entrada totalmente accesible para cualquier elemento que implique movilidad reducida, estos detalles los cuida La Galería de las Colecciones Reales, una exposición de arte y otros elementos históricos que además de ser el proyecto museístico más importante de las últimas décadas en España, nos sirve para explicar qué son las aulas inclusivas y las tecnologías de apoyo.
Algo tan primordial como la adaptación de todo el recorrido de la exposición con ascensores o rampas, como la creación de audioguías, de audiodescripciones para personas ciegas o con baja visión, de vídeos en Lengua de Signos para personas con discapacidad auditiva o de textos en Lectura Fácil para favorecer la accesibilidad cognitiva.
Se trata de configurar espacios y elementos que pueden ser utilizados por el mayor número posible de personas, con independencia de su edad, circunstancias y capacidades funcionales.
Adaptaciones físicas y cognitivas
En resumen, este edificio, diseñado desde los primeros planos con una evaluación de accesibilidad física, y esta exposición de obras de arte acompañada de fórmulas de adaptación pensadas para la accesibilidad cognitiva, son un ejemplo perfecto para imaginar los centros escolares de un futuro, que ojalá fuese ya presente.
En síntesis: un espacio inclusivo en el que la equidad se convierte en protagonista sin que a nadie le resulte extraño.
Ésta es la esencia de una escuela inclusiva
Según un estudio reciente de ONCE, Un 32% del alumnado con discapacidad asegura sentirse siempre aislado, rechazado o excluido por el resto de compañeros y compañeras, y un alarmante 27% ha confesado, además, ser objeto de burlas constantes.
La realidad de los niños, niñas y jóvenes con discapacidad está aún lejos de ser la que debería ser, el camino hacia la equidad en su vida diaria aún es largo.
Los centros escolares serían infinitamente más atractivos, eficaces y beneficiosos si utilizasen tecnología de apoyo educativa específica
Tienen exactamente el mismo derecho a la salud y al bienestar que el resto de sus compañeras y compañeros, sin embargo, la sociedad necesita ampliar su mirada, deshacerse de comportamientos tóxicos y facilitar la inclusión.
Y si no el mejor, uno de los mejores lugares para hacerlo es la escuela.
Una escuela en la que no existan las diferencias.
¿Y esto cómo se consigue?
Además de la formación en valores de la que ya hemos hablado en muchas ocasiones en este blog, algo que está demostrándose realmente eficaz es la utilización de tecnología de apoyo para la educación especial integrada en las aulas.
Conseguir un cambio en el entorno del aprendizaje para las personas que lo necesitan, tanto en el colegio como en sus casas. Esto se realizar gracias a la tecnología de apoyo.
Buscar los modos de conseguir mejorar el aprendizaje haciéndolo accesible, funcional y a distancia. Al decir a distancia nos referimos al aprendizaje combinado o híbrido, con alumnado en el aula y alumnado en sus casas o en otros espacios como hospitales o residencias.
Contamos con una comunidad grande de personas con necesidades especiales, con impedimentos y discapacidades que les limitan en mayor o menor medida, conseguir aulas y educación inclusiva es una fórmula ideal para el progreso común.
Las aulas inclusivas mejoran las perspectivas de toda la escuela, mejoran al profesorado, al alumnado con necesidades especiales y al resto de estudiantes, y, en consecuencia, toda la comunidad educativa se ve consolidada.
La tecnología no reemplaza a la enseñanza tradicional, la interacción humana es fundamental para todas las personas. Lo que sí puede hacer la tecnología es facilitar la comunicación, columna del proceso educativo.
La comunicación entre docentes y familias y la comunicación entre iguales, pues de eso se trata en conclusión, de que cada alumno y alumna considere igual a cada una de sus compañeras y compañeros, independientemente de la situación especial que tenga.
Tienen exactamente el mismo derecho a la salud y al bienestar que el resto de sus compañeras y compañeros, sin embargo, la sociedad necesita ampliar su mirada, deshacerse de comportamientos tóxicos y facilitar la inclusión
Siguiendo con el ejemplo de la Galería de las Colecciones Reales, podemos entender qué son las tecnologías de apoyo.
Tradicionalmente son objetos o modificaciones físicas que no involucran el uso de dispositivos de alta tecnología, de ahí que se les conoce como dispositivos de bajo nivel tecnológico.
Por ejemplo, son los subtítulos en los audiovisuales, o una silla de ruedas, o las rampas, las barandillas para agarrarse, las puertas automáticas, los interruptores de la luz a una altura más baja…
Y ahora, asumida la importancia que estos elementos han adquirido, tenemos que incluir las tecnologías de apoyo que incorporan un alto nivel tecnológico, que son las llamadas a dar el gran salto en este aspecto social de la inclusión
Son los dispositivos de movilidad, como los exoesqueletos robóticos, o los dispositivos de audición o los de lenguaje, los de ayuda cognitiva, algunas máquinas parlantes (calculadoras, termómetros, relojes…), y las aplicaciones y dispositivos de alto nivel tecnológico.
La mayoría de productos de esta nueva tecnología de apoyo se relaciona con la esfera de la medicina y la salud, sin embargo, es tiempo ya de unirlos a la educación, pues son, en muchísimas ocasiones, herramientas formidables para la enseñanza-aprendizaje.
Gracias a diversas aplicaciones y plataformas, el alumnado con discapacidad puede acceder a recursos adaptados a su ritmo y condición de aprendizaje. Esto facilita la comprensión de nociones y mejora la autonomía y, con ella, la autoconfianza.
La utilización de estos dispositivos interactivos y de software educativoayuda a encontrar una parte amable y lúdica al proceso de aprendizaje y les permite colaborar en proyectos comunes con grupos de compañeros y compañeras en un entorno de equidad.
Así, la tecnología se trasforma en un puente que une a los y las estudiantes, dejando al margen sus diferencias.
Igual que la experiencia de visita a un museo puede ser frustrante o maravillosa en función de cómo ese museo se vuelque para conseguir ser inclusivo, los centros escolares serían infinitamente más atractivos, eficaces y beneficiosos si utilizasen tecnología de apoyo educativa específica para sus alumnos y alumnas con necesidades especiales. Familias y docentes podrían ayudar a recortar las dificultades y convertirían la experiencia individual de los niños y niñas con discapacidad en algo maravilloso y dejaría de ser un foco de frustración.
Estamos ante una revolución que necesita tiempo y atención
Naciones Unidas plantea como objetivo de la agenda 2030 una educación de calidad, incluyente y equitativa para todas las personas.
Así se nos plantea por delante la ingente labor de eliminar barreras socioeconómicas y culturales, y, en la búsqueda de la inclusión, no olvidar nunca las barreras más obvias, las de movilidad, que son muy fáciles de detectar y las cognitivas, que necesitan algo más de perspicacia.