12 enero, 2022

Tener un espacio adecuado en casa o apoyos familiares “a mano” ha sido determinante para poder seguir mejor o peor la educación híbrida, online-presencial, impuesta durante el último curso. Cuando se percibe que ese apoyo o ese ambiente familiar fallan es cuando se observan las mayores brechas educativas entre pares, más aún que las que tienen que ver con carencias materiales.

Además de la brecha económica en los hogares, la brecha de género y la brecha por centros se suman a la heterogeneización de la adaptación digital. En general, a ellas se les han hecho más cuesta arriba los cambios y confían menos en sus habilidades digitales. Y en los centros educativos públicos, las y los jóvenes refieren menos atención en caso de dificultad, vinculada a la menor disponibilidad de recursos. 

Educación Conectada  ha querido indagar en las potencialidades de las TIC como medios de transmisión de conocimientos durante la pandemia, según las culturas digitales de adolescentes y su relación con los centros escolares y sus redes de apoyo personales. El trabajo de campo de la investigación “Experiencias y percepciones juveniles sobre la adaptación digital de la escuela en pandemia” fue realizado en junio de 2021 y consistió en la creación y dinamización de comunidades online de discusión y en la realización de 612 encuestas a jóvenes entre 14 y 18 años.

DIFICULTADES DETECTADAS EN EL CURSO 2020-2021

Cerca de la mitad de los y las jóvenes (47,2%) afirma que pudo continuar con los estudios online “bien, con algunas dificultades”, un 28,1% indica que lo hizo “perfectamente”, un 16,6% “con bastantes dificultades”, y hay un 4,3% para el que ha sido “casi imposible”.

Algunas de las dificultades a las que se enfrentan durante la formación online pueden ser contrastadas a la luz de sus valoraciones sobre diversos aspectos relacionados con la educación online, valoraciones que hacen especial hincapié en el esfuerzo extra que supone enfrentarse a la educación online (en términos de constancia y dedicación), cuestiones que también se pudieron escuchar en los grupos realizados.  

En una escala 0-10, donde 0 significa “nada de acuerdo” y 10 “totalmente de acuerdo”, existe un grado de acuerdo alto con afirmaciones como “seguir las clases online requiere de más constancia” (7,18), “con la educación online estamos mucho más sobrecargados/as de tareas” (6,79) o con que “el ritmo de las clases online es más lento que el presencial” (6,76).

Algo menos de acuerdo suscita la afirmación sobre la flexibilidad: “con la educación online tengo más libertad para hacer las tareas a mi ritmo” (6,14).  Y en el último lugar de las ideas propuestas (aún así con más nivel de acuerdo que de desacuerdo: 5,95) estaría que “el método de evaluación online es más injusto”. 

COMPLEMENTARIEDAD ONLINE-OFFLINE

En la educación online se perciben algunas ventajas como la comodidad (47,7%), la capacidad para organizar el tiempo como quieras (39,4%), y la posibilidad de evitar desplazamientos innecesarios (38,5%). Las principales dificultades que se señalan son los cortes o lentitud de la conexión (un 30,4% lo experimenta “constantemente o con frecuencia” y el 35% “a veces”). 

Con todo, el alumnado ha aceptado la complementariedad entre los planos online y presencial de la formación, siempre desde la perspectiva de que la educación presencial será la principal y prioritaria. 

Para que la complementariedad sea real y posible, las y los adolescentes ponen el foco en la incorporación de las tecnologías en las aulas. Ante el planteamiento de una serie de ideas en relación al uso de las TIC en los centros educativos, las que más acuerdo generaron fueron que “la tecnología propicia propuestas educativas más innovadoras” (7,24) y que “el uso de la tecnología hace que las clases me resulten más interesantes” (7,03)

ALFABETIZACIÓN DIGITAL: ¿UN PROCESO DE AUTOCAPACITACIÓN?

1 de cada 4 jóvenes señala haber tenido problemas con el uso de Internet o de dispositivos a lo largo del curso. Al hilo de los problemas experimentados con las clases online, resulta muy destacable que el 22,9% de quienes experimentaron problemas afirma que no pidió ayuda a nadie, y el 46,6% de quienes no pidieron ayuda buscaron la información en internet. Datos que refuerzan los argumentos en torno a la evidente tendencia autodidacta de la capacitación tecnológica, a la cultura del tutorial online como fuente de resolución de problemas, y al ejercicio del ensayo/error como estrategia formativa.

Cuando comparan su habilidad en relación a la de los diversos agentes que les rodean, la percepción sigue siendo alta. Muy especialmente respecto a las personas adultas: el 81,9% afirma ser “mucho o algo” más habilidoso/a que su padre/madre (53,8% “mucho más”), y el 73,8% afirma lo mismo respecto a sus profesores/as.

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