15 noviembre, 2024

Ayer por la tarde, en una cafetería de un pueblo cercano a una gran ciudad, unos niños, de 10 y 12 años -uno, vestido de taekwondista, el otro con ropa de deporte-, merendaban sentados en una mesa mientras jugaban con un móvil. Hablaban poco, se daban instrucciones para “pasar la pantalla”, se las recriminaban cuando no funcionaban. Al rato se aburrieron, el mayor se acercó a la mesa donde estaba su madre y le preguntó si podían pedir el tablero de ajedrez a la camarera para jugar una partida…

Un suceso real, como hay tantos. Una sucesión de acontecimientos y pistas que dan para hablar largo y tendido de educación y salud.

¿Estamos creando un entorno vital saludable para nuestra infancia?

Entendemos que esa tiene que ser la pregunta, mucho más allá de otras más concretas sobre usos de tecnología y redes digitales, porque el aprendizaje tecnológico es algo secundario en el momento de crecimiento y desarrollo personal, pues la piedra que sujeta con más fuerza la construcción de la personalidad es una buena salud, mental y física.

Con la incorporación de la tecnología a nuestra vida, era cuestión de tiempo que apareciese este concepto de Salud Tecnológica, que también se llama Salud Digital.

Aliada de la salud

Sabemos que, utilizándola con criterio, la tecnología aporta beneficios a la salud infantil, beneficios como que puede facilitar el aprendizaje de la concentración, el control de estrés, puede impulsar la inteligencia emocional, el fortalecimiento de relaciones personales.

De hecho, profesionales de la psicología se valen de herramientas tecnológicas para ayudar a los niños y niñas que sufren algún tipo de problema de salud mental. Hay aplicaciones para aprender a meditar, otras de mindfulness, otras de apoyo social, o de control del sueño.

Esto nos confirma que no estamos ante un enemigo directo, sino que, como decía Jarabe de Palo en su famosa canción, depende, todo depende.

La buena salud tecnológica depende del uso, no de la herramienta.

Pasar un tiempo excesivo frente a las pantallas, independientemente de la razón por la que se haga, conlleva ciertos riesgos:

·        Se puede perder la capacidad de controlar el tiempo y, con ello, el desarrollo de intereses personales, dejando ese control a las máquinas.

·        Se puede perder la capacidad para crear mundos imaginarios, para disfrutar de la fantasía propia, para desarrollar una personalidad única e individual, dejando ese cometido a quienes distribuyen contenidos.

·        Se puede perder el disfrute de espacios abiertos y tiempos de no hacer nada, de aburrirse, de mirar al horizonte o dar un paseo. Dejando que domine sus cerebros la dinámica de la inmediatez y de la constante estimulación.

Las teorías son coincidentes en que la sobreestimulación es la causante de la mayoría de los problemas de salud que se detectan en la infancia a cuenta de la aparición en la escena del desarrollo de la tecnología.

Y, paradójicamente, de todos los riesgos que se derivan del uso incorrecto de dispositivos, justamente la sobreestimulación es el de más sencilla solución.

Utilicemos las tecnologías como aliadas, con estrategia, para motivarles el aprendizaje, para ampliar sus conocimientos, para ensanchar sus horizontes y con ellos sus ilusiones.

Si consideramos la salud tecnológica con una visión amplia, no solamente como la ausencia de enfermedad, sino como el estado completo de bienestar físico, mental y social, tal cual define la salud la OMS, será fácil coincidir en que tenemos que tomar una serie de medidas que favorezcan ese estado:

Curiosamente, aunque existan aplicaciones para controlar la salud tecnológica, la mayoría de las cosas que equilibran las posibles complicaciones derivadas del uso de la tecnología se realizan sin pantallas.

  • Diálogo, en familia o con amistades, juego libre, actividad física y deportiva, contacto con la naturaleza, pintar, la lectura de un buen libro, tocar un instrumento, aburrirse…

El beneficio de incorporar tiempo para este tipo de actividad en cada día es extraordinario, mantener durante las diferentes etapas de desarrollo estas otras maneras de disfrutar del tiempo resulta fundamental para conseguir un equilibrio.

En otras ocasiones hemos hecho referencia en Educación Conectada a ese cambio en el modo de vida que ha supuesto la incorporación de dispositivos a nuestros quehaceres, cambios en nuestros modos de comprar, de relacionarnos, de aprender, de informarnos, de utilizar el cerebro y sus diferentes memorias, todo esto está íntimamente unido al modo en el que se desarrolla y forma la infancia y la juventud.

Es importante cuidar la salud mental y física, y también la tecnológica. Del mismo modo que la física es un cortafuego frente a las enfermedades, la tecnológica lo es ante los riesgos principales del uso de dispositivos conectados: las adicciones, el acceso a información inadecuada, el ciberacoso, y demás riesgos que repercuten directamente en el desarrollo infantil.

Pasar un tiempo excesivo frente a las pantallas, independientemente de la razón por la que se haga, conlleva ciertos riesgos

 Cuidar su cuerpo, cuidar su cabeza.

¿Dónde están las claves que marcan las diferencias entre la buena y la mala salud tecnológica?

Basándonos en las recomendaciones de especialistas, incorporamos aquí algunas premisas.

  • Es clave educar en el uso racional de la tecnología, los dispositivos no traen instrucciones en ese sentido, esas instrucciones las tenemos que explicar quienes tenemos la responsabilidad sobre la educación.
  • Poner límites, esto es algo que los y las menores agradecen desde el primer momento.
  • Ser su referencia adulta, presente y disponible.
  • Asumir nuestra responsabilidad en la educación, no la traslademos a gente que no conocemos de nada.
  • Equilibremos con actividades alternativas, entre las que tiene que encontrarse el aburrimiento.

Las noticias sobre la salud mental de adolescentes y jóvenes que ocupan titulares a veces estremecen, la generación que ahora entra en la veintena adelanta los posibles comportamientos de las que están viviendo la infancia y la adolescencia en este momento, y nos alertan sobre la importancia de cuidar la salud mental -siempre unida a la física-, de esta generación en desarrollo.

Quienes tenemos la responsabilidad sobre su educación tenemos que atender de manera muy especial a la formación de sus cerebros. Utilicemos las tecnologías como aliadas, con estrategia, para motivarles el aprendizaje, para ampliar sus conocimientos, para ensanchar sus horizontes y con ellos sus ilusiones. Para educarles en el respeto y el pensamiento crítico.

Es nuestra responsabilidad y son nuestras decisiones.

Que la tecnología no decida por ti en esto, tú decides…

  • Cuándo es buen momento para empezar a utilizar dispositivos.
  • Cuánto tiempo es el conveniente según su edad y madurez.
  • Qué aplicaciones y plataformas son de interés y cuáles no.
  • Qué juegos y con quién puede jugar.
  • Cuándo y cómo puede incorporarse a una red social.

Porque el uso instrumental de los dispositivos es sencillísimo, esa no es la dificultad, donde hay que poner toda la atención de la educación tecnológica es el uso racional. Y esa es nuestra responsabilidad, porque, al menos de momento, la sociedad no ha desarrollado suficientes mecanismos para que el riesgo de la utilización de dispositivos sea cero.

Leave a Reply

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.