Osvaldo Girondo nació en Buenos Aires, en el año 1891, se dedicó a la poesía y al periodismo. Entre su obra poética se encuentra: Veinte poemas para ser leídos en el tranvía (1922), Calcomanías (1925), Espantapájaros del año 1932 (al que pertenece el poema que aquí se presenta), Interlunio (1937), Persuasión de los días (1942), Nuestro campo (1946). Murió en el año 1967.

La obra poética de Girondo participó de las diversas corrientes modernistas de la época. En ellas se distingue difícilmente entre los aspectos que tienen que ver con la forma de comunicar, con las palabras, con los versos y los aspectos que se relacionan con las ideas, sentimientos o emociones. La poesía clásica fue siempre un vehículo medido y normativizado para decir unas determinadas cosas.

La poesía moderna rompe con esas normas sin despreciarlas definitivamente, pero eso da lugar a que en poemas como Llorar no siempre haya una relación evidente, clara y estricta entre las ideas y las palabras.

Además, el poema que se ha seleccionado tiene que ver no sólo con lo que en él se expone acerca de llorar sino también con una reflexión, análisis y reivindicación del llanto humano como forma de expresión.