24 marzo, 2015

El pasado día 20 se celebrabá uno de estos días mundiales que tan de moda están … el día de la felicidad.

Esta mañana se lo comenté a mis niños durante la asamblea que realizamos cada mañana, su reación inicial ha sido mirarme con cara de “poker”, ¿qué quieres decir con eso de la felicidad?

Les parecía un tema ajeno a sus preocupaciones, que estos días no son otras que resolver el problema que tuvieron ayer en el patio, que si yo tengo razón; que si tú me insultaste primero … yo tenía que hacer de juez y resulta que comienzo el día filosofando. Después de explcarles un poco en que consistía este famoso día de la felicidad hemos ido tirando del hilo ¿qué es para vosotros la felicidad?

Las respuestas inmediatas como os podéis imaginar a bote pronto que han sido surgido iban orientadas hacia lo material … comidas, juguetes y regalos han copado sus opiniones pero no nos hemos quedado allí, he querido ir un poco más allá tirando del hilo y poco a poco han salido los afectos, los padres, los hermanos y los abuelos.

Para ellos todas esas cosas no forman parte de la felicidad, sino que son la felicidad en si misma; su día a día incluye amigos, papás y mamás que les quieren, y por eso se decantan por lo que esta en el terreno material para definir la felicidad.

De primeras me he quedado un poco contrariado, no acababamos de llegar al lugar que yo quería pero … en realidad ellos lo tenían muy claro, son niños felices y punto.

Están contentos en sus casas y en la escuela; tienen amigos y no esperan nada más … tienen cinco años ¿qué más pueden esperar? Es mi visión de adulto rodeado de otras cosas ajenas a ellos el que suele ser infeliz muchos momentos del día o en determinadas épocas del año; soy yo y no ellos el que tiene que plantearse qué es la felicidad y cómo intentar alcanzarla.

No tengo claro cuál es el momento que trastoca este equilibrio sencillo y nítido, me apena que se quiebre quizás por eso me resisto a cambiar de etapa y sigo buscando la sencillez de los chiquitines de la escuela.

La felicidad pues se resume para los niños en un entorno seguro; en tener alguien que te quiera y unos buenos amigos con los que compartir juegos y alguna que otra discusión en el patio ¿por qué tocarlo? ¿Quién soy yo para para decirles que no son felices?

¿Fomenta la escuela la felicidad? Por desgracia utilizamos más la palabra trabajo que aprendizaje; esfuerzo que creatividad o ganar sobre cooperar, es deicr, vamos generalmente en la dirección contraria de lo que los niños buscan y valoran. Con el paso de los años se adaptan, se acomodan a la realidad escolar ¿nos atrevemos a volver a preguntar pasados unos años para ver que piensan entonces sobre la felicidad? Supongo que no, que no nos atrevemos, quizás nos demos cuenta que les hemos decepcionado con nuestas ideas de mayores.

¿Planteamos un cambio? ¿Buscamos la felicidad por encima de los contenidos? ¿Pensamos a largo plazo en la necesidad de crear afectos más que recrear contenidos? ¿Nos olvidamos de fomentar un día para celebrar la felicidad y la cultivamos todos los días? ¿Tenemos más en cuenta las necesidades de los niños? ¿Nos planteamos una escuela más transversal y menos compartimentada? Todas las ideas son posibles ¿tenemos la capacidad y el coraje de enfrentarnos con estos interrogantes?

Feliz semana … y disfrutad de las vacaciones que se avecinan para recuperar un poco la felicidad que hayais podido perder por el camino 😉