Íbamos a ilustrar este post con una imagen totalmente negra, como las que este martes han llenado las redes sociales convirtiéndose en un clamor contra el racismo tras el asesinato hace una semana del ciudadano negro George Floyd en Minneapolis (Minnesota, EE.UU.) tras ser violentamente detenido por un policía blanco, una situación, por desgracia no nueva, que ha conmovido al mundo y cuyas protestas y solidaridad se extienden más allá de Estados Unidos.
Las manifestaciones de repulsa que cada noche se dan en las calles, sobre todo de América del norte, se han trasladado esta semana a las redes sociales y a los actos convocados para este martes con lema #Theshowmustbeapused “Blackout Tuesday” (El show se para), tal y como han escrito estos días un gran número de artistas famosos, haciendo referencia al apagón que la industria musical, televisiva,…se ha impuesto como protesta.
Este movimiento de Blackout Tuesday que ha llenado de cientos de cuadros negros los feeds en Instagram, Facebook, Twitter…deja clara que esta vez la protesta contra la desigualdad racial y la brutalidad policial con las personas negras no va a parar.
Y es que está claro que el racismo es una asignatura pendiente…allí en EEUU ¡¡y en España y nuestras escuelas!!
“Mamá, me he dado cuenta de que la gente va a utilizar mi color de piel para hacerme daño, pero no les voy a dejar”. Camila, de mirada intensa y templada, lleva soportando expresiones malsonantes que hacen alusión a su cantidad de melanina, como “negra de mierda”, desde que cumplió tres años. Sentada en una mesa, escucha aparentemente ausente cómo su madre describe estos nueve años de acoso vividos en su cole en una entrevista sobre el racismo en España.
Y es que en España el bullying que sufren los hijos e hijas de emigrantes ha aumentado en casi tres puntos en los últimos años y roza ya el 10% del total de los casos de acoso escolar.
Hace poco, antes de la movida de EEUU, durante la pandemia y para desmontar los grandes bulos del racismo que afloraban, se empezaron a abrir hilos en las redes y dar datos objetivos y reales que argumentaban y desmontaban fácilmente la curva bulera xenófoba… ¡qué fácil es mentir en las redes!
Se dejaba clara la existencia de lo que @taramonication calificaba en su hilo de Twitter como “racismo de cañita y terraza” o “racismo buen rollero”…. empezó a contar su caso y a raíz de eso se desató una oleada contando este tipo de situaciones de “microrracismos”.
Este tipo de racismo no es, ni mucho menos, un fenómeno nuevo. En 1986, dos psicólogos sociales, Samuel L. Gaertner y John F. Dovidio, acuñaron el término “racismo aversivo” para definir el racismo de quienes no se consideran racistas. De aquellos que comienzan sus frases con un “Yo no soy racista, pero…”. O de quienes hacen bromas racistas como si no tuvieran consecuencias.
Pero la atención sobre estas actitudes ha cobrado visibilidad en los últimos meses con la popularización de la palabra “microrracismo”, una adaptación del término feminista “micromachismo“: “pequeños gestos que se dan en el día a día y que suponen agresiones que no te llevan al psicólogo, pero que son desagradables”, según define a los microrracismos Lucía-Asué Mbomío, colaboradora de Afroféminas, un medio de comunicación que está contribuyendo a dar visibilidad al término. En la misma línea, Sos Racismo Madrid lanzó el año pasado una “plataforma de denuncia y visibilización de microrracismos cotidianos” llamada Es Racismo.
“España no se da cuenta de lo racista que es”, concluyen quienes lo sufren: por ejemplo, Carina cuenta que, pese a llevar ocho años en España, le cuesta sentirse como una más. “Constantemente, me hacen notar que soy diferente, que no pertenezco a este lugar”.
“A mi hija mayor, con tres años, ya le han dicho en el patio ‘negra de mierda, no juegues con la pelota que la ensucias, no toques los lápices porque los ensucias’. Pedí una reunión y me dijeron que esto no pasaba, que siempre trabajan la integración y la diversidad. En todas las escuelas te dicen lo mismo, que aquí la integración funciona… pero no es verdad. No se abrió un protocolo de acoso, nunca se abren”. Amanda Colom, que tiene dos hijos negros de origen marroquí, sabe bien de lo que habla y compara el trato que se le da al racismo con el que se le da a la transfobia, ya que su hija mayor es transgénero.
Hace tres años el Gobierno preguntó en una encuesta a estudiantes y padres migrantes si alguna vez se habían sentido discriminados en el ámbito educativo. Un 12,5% respondió que sí. La mayoría aseguraba haber sufrido el rechazo de sus compañeros y compañeras en ciertas actividades y juegos. Otros hablaban de burlas, insultos o directamente de acoso.
“Hay toda una cadena de responsables: los propios agresores, el centro, los padres, pero también están los responsables políticos. Educar para la tolerancia es un mandato de la Unesco que estamos obligados a aplicar”, insiste el Movimiento contra la Intolerancia.
Y aquí aparecen las y los jóvenes como principales “agentes de cambio” de la sociedad y “más apertura mental” que otras franjas de edad de la población.
No obstante, en un reciente estudio de escala de valores, la inmigración ocupaba el último puesto de aceptación. ¡¡Así que queda mucho por hacer! ¡#Black Lives Matter!!
Terminamos con un poema ¿te parece? Uno del poeta senegalés Léopold Sédar Senghor que siempre contaba Eduardo Galeano: Querido hermano blanco
Cuando yo nací, era negro. Cuando crecí, era negro. Cuando me da el sol, soy negro. Cuando estoy enfermo, soy negro. Cuando muera, seré negro. Y mientras tanto, tú, hombre blanco… Cuando naciste, eras rosado. Cuando creciste, fuiste blanco. Cuando te da el sol, eres rojo. Cuando sientes frío, eres azul. Cuando sientes miedo, eres verde. Cuando estás enfermo, eres amarillo. Cuando mueras, serás gris. Entonces, ¿cuál de nosotros dos es un hombre de color? ¿Y TÚ QUÉ…de qué color te sientes?