9 junio, 2013

 “ El proceso creativo es como una caldera de ideas en ebullición donde todo borbotea y hierve en un estado de actividad febril”

(William James)

La creatividad es un derecho fundamental del niño y una responsabilidad humana. Es un componente importante para una vida humana plena y satisfactoria. Todos coincidiremos en que también es necesaria para el desarrollo y el progreso de las sociedades.

En 2009 se celebró el Año de la Creatividad y la Innovación propuesta de la Comisión Europea. El Consejo Europeo reconocía que la innovación es fundamental para la capacidad de Europa de afrontar tanto los desafíos de la globalización como los desafíos que ésta ofrece.

Cuando observamos a nuestros alumnos en las aulas, somos conscientes de que normalmente, están ávidos de propuestas novedosas aceptándolas desde una perspectiva creadora, quizás mejor que algunos adultos. Pero ¿es necesaria la creatividad en nuestras escuelas?, ¿fomentamos la creatividad?. Sabemos que los niños aprenden de forma más efectiva cuando se les permite ser activos y creativos. Y también que los niños cuyos padres y maestros les han proporcionado seguridad psicológica y libertad desarrollan su potencial creativo en la adolescencia de forma más plena que el resto.

La creatividad es un término que puede aplicarse en distintos ámbitos de la vida : ciencia, cultura, arte, economía, ,.. y por supuesto también en educación. El británico Sir Ken Robinson, experto en creatividad, plantea la necesidad de un cambio radical en el sistema escolar para poder cultivar la creatividad y las inteligencias múltiples. Afirma que “todo el mundo es capaz de tener éxito en algún área si se dan las condiciones necesarias y se han adquirido un conocimiento relevante y unas habilidades”. Por ello, los docentes debemos tomar conciencia de la importancia de utilizar metodologías que permitan a cada alumno “sacar lo mejor de sí mismo” potenciando la creatividad.

Actualmente, las competencias priorizan el desarrollo de saberes que sirvan para obtener resultados visibles a los individuos, que tengan un carácter integrador y que se puedan aplicar para resolver con éxito situaciones comunes de la vida personal y social. Y es en este último estadio, donde los profesores debemos formar para que nuestros alumnos sean capaces de ofrecer respuestas creativas. Es la competencia de “Aprender a Aprender” la que adquiere una dimensión especial ya que va a permitir al alumnado desenvolverse ante situaciones de incertidumbre tratando de buscar respuestas a las problemáticas que se les planteen , de tal forma que sean capaces de conocer sus propias capacidades para resolverlas o de organizar nuevas estrategias.

Las investigaciones más actuales sobre la creatividad (Runco 2007, Steernberg 2007, entre otros), analizan cómo se relacionan y contribuyen al proceso creativo cada una de las siguientes características individuales: inteligencia, imaginación, intuición y revelaciones repentinas, originalidad, innovación, espíritu innovador y explorador, persistencia, flexibilidad y capacidad de adaptarse y evaluar. Intentemos analizar a los niños y niñas que dan vida a nuestras aulas y comprobemos cuántas de ellas cumplen. Reflexionemos en cuántas situaciones hemos sido capaces de fomentarlas o de exterminarlas.

Por supuesto, estas características no están presentes cuando a nuestros alumnos, sometidos  a la rigidez y rutina que supone la metodología tradicional, sólo se les enseña  a obedecer órdenes sin salirse del guión establecido. Son necesarios maestros y maestras creativos en sus planteamientos de tareas. Hablaríamos aquí  de todos los que desarrollan proyectos de investigación-acción donde los niños se convierten en los auténticos protagonistas de su propio proyecto, de los que fomentan el pensamiento divergente a la hora de interpretar distintas situaciones por sencillas que éstas puedan parecer. Y también de los que potencian el ámbito científico-técnico con la finalidad de utilizar estrategias que permitan la correcta observación, el planteamiento de preguntas, el desarrollo programado de sencillas indagaciones o investigaciones, la búsqueda de unas mínimas conclusiones y la comunicación de resultados (en todo este proceso, seguro que son muchos los momentos en los que el alumno se ve obligado a “crear”). El papel del maestro es relevante a la hora de despertar la creatividad.

Caroline Sharp en su artículo Desarrollando la creatividad infantil: ¿qué podemos aprender de la investigación?  sostiene  que “tolerar la ambigüedad, plantear preguntas con distintas respuestas, animar a la experimentación y a la persistencia y felicitar al niño ante una contestación inesperada”. Todo eso sin perder de vista que el alumno tiene además que “aprender a juzgar cuándo es apropiado divergir y cuando debe mostrarse de acuerdo”.

La neurociencia, que nos permite conocer cada vez mejor el mapa del cerebro humano, ha demostrado que la creatividad se localiza en la parte derecha del cerebro, en la corteza prefrontal. En este lado se concentra nuestra creatividad, fantasía o expresión de las emociones. Hay dos tipos de pensamientos (deliberado y espontáneo) que pueden generar pensamientos creativos. La creatividad puede ser el fruto de una atención desconcentrada o bien el resultado de una resolución de problemas de forma constructiva y concentrada. Otro descubrimiento neurocientífico que permite explicar porqué todos los niños nacen como seres creativos es el hecho de que la creatividad parece estar relacionada con la capacidad de silenciar la crítica interior. Las partes del cerebro que intervienen en el autocontrol, la evaluación crítica y el control de la realidad “se desintensifican” durante la actividad creativa, mientras que el área asociada a la autoexpresión se intensifica.

“La creatividad es una de las funciones cerebrales más elevadas que podemos ejercer como especie; una de las características más complejas y uno de los enfoques más valiosos que tenemos a mano para enfrentarnos al mundo” (Susanne Müller-Using, Anna Bamford, Davis L. Brierley, en su artículo ¡La creatividad es clave!).

Sólo trabajando en esta línea podremos lograr que nuestros alumnos logren su realización personal, ejerzan una ciudadanía activa, sean capaces de ver las cosas desde múltiples perspectivas, se incorporen a la vida adulta de manera satisfactoria y sean capaces de desarrollar un aprendizaje permanente a lo largo de la vida. Para de esta forma contribuir al progreso y modernización del mundo.

Ghandi estaba a punto de subir a un tren y, al hacerlo, una de sus sandalias cayó a las vías. Reaccionó enseguida tirando también la segunda sandalia, en lugar de intentar recuperarla. De esta forma, alguien se podría beneficiar de encontrar un par de sandalias, en lugar de una sola. Esto es una mente creativa, en acción, sabia y con conciencia social, el tipo de mente que necesitamos cada vez más. Nosotros como educadores tenemos en nuestras manos la posibilidad de despertar esas mentes creadoras a lo largo de todas las etapas educativas.