18 diciembre, 2023

Mientras el camino lento que conducirá en un futuro, esperemos que menos lejano de lo que la simple intuición nos lleva a pensar, a que se interioricen roles igualitarios entre padres y madres en cuanto a la vida educativa de los hijos y las hijas se refiere, buscamos figuras paternas que ya hayan entrado de lleno en esa necesidad contrastada.

Roberto Sánchez y Javier de Domingo, dos profesionales, físico y psicólogo, que entienden que su tiempo no es más importante que el de nadie, pero sí es importante, sobre todo para sus hijos e hijas. Pertenecen a ese insignificante (pero significativo) diez por ciento de un cien por cien total de personas que acuden a las tutorías, preparan las meriendas, se preocupan por conocer el día a día del centro escolar; participan en la educación de sus hijas e hijos: El noventa por ciento son madres, el diez por ciento restante son padres que comparten, en el sentido estricto del término, las tareas del cuidado y la formación de su prole.

Ante la cuestión de la inclusión de las tecnologías en la educación, Roberto nos cuenta: la experiencia que yo he tenido en el colegio, en el centro, ha sido positiva. En el sentido de que ha ayudado un poco a paliar los efectos de la pandemia primero, y después se ha usado de forma accesoria, de manera paulatina. Y otro contacto con las tecnologías que han tenido ha sido la propia asignatura de tecnología, que cree que es importante para la formación.

Roberto Sánchez

Roberto Sánchez

Sobre esta asignatura que se imparte en el centro (Ciencias de la Computación), Javier también tiene una buena opinión: al principio tenía mis dudas, pero luego me ha parecido algo buenísimo porque no es solo mirar una pantalla. Es creativa, tiene objetivos, es imaginativa y pedagógica. Les lleva al pensamiento y la resolución de problemas.

Sobre el uso de tecnologías en otras asignaturas, Roberto muestra su preocupación, a veces me preocupa un poco, pues cuando les piden, por ejemplo, trabajos de recopilar información, en alguna ocasión se queda en eso, en copiar y pegar, no en sacar conclusiones o presentarlas. Lógicamente, eso es también por falta de tiempo.

Conseguir que las búsquedas sean más personales, que vayan más allá del primer resultado de búsqueda (que suele ser Wikipedia), que den originalidad a los trabajos con su personalidad, que un trabajo sea distinto al resto porque cada cual aporta su punto de vista.

Javier añade a esto que hoy en día la metodología ideal es la consulta: si no sé algo, lo consulto. La consulta y la cooperación; se lo consulto a alguien que lo sabe, me lo cuenta y lo presentamos. Para eso, la tecnología es maravillosa.

Si puedo conectarme con un compañero o compañera por videoconferencia en su casa y podemos debatir sobre cómo vamos a presentar algo, entonces hay un uso bueno de la tecnología. Sí, porque se está construyendo un temario y un pensamiento crítico.

Trabajar esto último es importante, aporta Roberto, tal vez con algo tan sencillo como que les pidan su punto de vista, incluso un punto crítico a lo que quieren mostrar. Igual para eso hace falta también una madurez que en las edades de mi hijo (13) y mi hija (11) todavía es algo pronto.

Javier añade que está viendo que en Tecnología (Ciencias de la Computación, 2º ESO) están trabajando ya programaciones de juegos y cosas de este estilo, sin embargo, no detecta un movimiento global de utilización de las tecnologías para la educación. Es decir, cada profesor o profesora va por su lado.

¿Y fuera del de la escuela? ¿En sus extraescolares, momentos de ocio, aficiones, grupos de amistades?

Ante esta pregunta saltan algunos asuntos que verdaderamente preocupan, y mucho, a muchos padres y madres. Ahora la pantalla es una parte muy importante en el ocio, dice Roberto, a veces demasiado. Y como padres lo que intentamos, -tenemos como una lucha-  que haya ocio fuera de la pantalla.

Veo que los padres tenemos un papel muy activo en crear una agenda social de nuestros hijos.

Lo que está pasando, añade Javier, es que para relacionarse con los demás están necesitando el móvil, para vincularse, porque cuando van a hacer planes piensan que como no tienen móvil, no tienen Whatsapp, van a ser los únicos que no tienen móvil. No lo llamaría presión social, porque los demás no le presionan, en realidad, sino presión vincular, por la necesidad de tener un vínculo en una situación en la que sienten desamparo.

Javier de Domingo

Javier de Domingo

Roberto insiste en que hay que intentar que tengan esa agenda social fuera de lo digital, porque si no, puedes encontrarte con que los juegos en red les comen todo su tiempo de ocio. Por ejemplo, a mi hijo (13 años) le gustan mucho los juegos en red con sus amigos, y si lo dejas sin control de tiempo, a lo mejor el fin de semana sólo lo utiliza para los juegos en red y poco más.

¿Existe una edad para incorporarse en el mundo digital?

No sé si hay una edad para dar este paso, indica Roberto, creo que hay que tener en cuenta la madurez en cada de cada caso, de cada niño o niña, porque con 13 años creo que sí hay quienes pueden tener teléfono móvil y hay quienes tienen más riesgo de adicción o  de meterse en líos con un teléfono móvil.

Yo llevo días preocupado con ese tema, incorpora Javier, porque creo que puede suceder lo que he visto en algunos casos en mi consulta, que se genera una dependencia innecesaria del mundo conectado. Por el momento, mi hijo mayor (14 años) tiene toda nuestra confianza en ese sentido, porque siempre nos ha demostrado merecerla.

Además, Javier apunta a un contexto: No creo que sea un problema general de la gente de su edad, creo que ellos son al final las víctimas. Éste es un problema de adultos, como el consumo de tabaco o de alcohol o mil cosas así. Los niños y las niñas han crecido en un ambiente concreto. Si van a un restaurante, se les amansa con las pantallas. Hemos introducido un troyano en nuestros hogares. Decirle a un niño que no esté todo el tiempo con el móvil cuando en los parques, desde su primera infancia ve que los adultos no juegan con él, sino que se dedica a mirar el móvil, es algo muy complicado.

Es evidente la falta de regulación adulta, y los niños y las niñas están en un modelo de imitación, sencillamente.

Roberto apunta que también es importante, en caso de notarse la necesidad, monitorizar el tiempo de uso y la calidad de ese tiempo. Incluso restringirlo su fuese el caso. Por el momento en nuestra casa no lo hemos necesitado, porque nuestro hijo lo utiliza de forma totalmente equilibrada a nuestro juicio.

¿Y los padres? ¿utilizamos bien las tecnologías con respecto a la educación de nuestras hijas e hijos?

La verdad es que tener comunicación con el resto de padres y madres genera cosas positivas, responde Roberto, se puede caer en mal uso, a veces ocurren eventos desafortunados, yo he vivido alguno, por ejemplo, si estamos intentando que se responsabilicen de sus tareas escolares no podemos utilizar los grupos de Whatsapp para solucionarles todos sus despistes. Pero en general el hecho de estar en contacto con más padres y madres creo que es positivo.

Para terminar, Javier reflexiona, al hilo de esta necesidad de la permanente conexión, sobre la inmediatez. Cree que uno de los problemas que generan las redes sociales y los grupos de mensajería instantánea es ese. Es decir, tengo que responder a esto inmediatamente. Y esa inmediatez está creando, -es un tema químico-, que no puedan esperar a llegar a casa para abrir el helado sin sufrir. Queremos un resultado inmediato. Y esto, si no se cuida, les puede generar o sobreexcitación, o lo contrario, el otro patrón, que es la depresión.

De manera que las tecnologías resultan una gran ayuda, su buen uso, un reto, y su utilización para la formación del pensamiento crítico y la personalidad individual, todo un desafío ilusionante.

 

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